- Ago 5, 2016
- Pedro Vargas
- Antibióticos, Enfermedades infecciosas, Fetología, Vacunas, Varicela
- 0 Comments
Todas las vacunas contienen un antígeno que es el que la distingue porque constituye la razón de la vacuna, p.ej.: el antígeno de la polio, el de la influenza, el del pneumococo y así sucesivamente.
Los antígenos son los que hacen que la vacuna produzca en el individuo vacunado, las defensas contra esa enfermedad, los anticuerpos.
Los antígenos son variables y la forma como el antígeno se presenta en la vacuna es una que ya ha demostrado ser no solo la más eficaz forma de ese antígeno sino también la forma más segura para el recipiente, que somos nosotros.
Los antígenos se presentan en una de las siguientes formas:
- Virus vivo debilitado o atenuado
El virus no ha sido inactivado sino debilitado para que no induzca la enfermedad seria, pero incluso esto puede ocurrir. Es el caso de la vacuna contra: el sarampión, la paperas, la rubeola, el rotavirus, la varicela, la polio oral y una forma de influenza (la forma que se inhala)
- Virus muerto o inactivado
La capacidad virulenta o de producir enfermedad ha sido eliminada totalmente porque la partícula viral ha sido inactivada. Sin embargo, ella mantiene su capacidad de inducir en el individuo la formación de anticuerpos para protegerlo contra la enfermedad. Es por lo que decimos “un muerto no produce enfermedad porque está muerto”. Esta es la forma antigénica de la vacuna inyectable contra el flu, el polio inyectado, la hepatitis A, la rabia
- Virus parcial
Se toma una parte del virus muerto, no la totalidad del virus muerto. Son muy seguras por ello y sus efectos adversos no son secundarios al virus sino a otros ingredientes de la vacuna. Es el caso de la vacuna contra el virus del papiloma humano, la hepatitis B
- Bacteria parcial
Se sigue el mismo procedimiento que para la forma de virus parcial: una parte de la bacteria muerta es la que producirá el estímulo antigénico para que el individuo produzca anticuerpos protectores sin enfermar. Es el caso de las vacunas contra: la meningitis por el Haemophyllus influenza (Hib), el pneumococo, el meningococo, la difteria, el tétanos, la tos ferina
Las vacunas también contienen otros ingredientes, que pueden ser los responsables de algunos de sus efectos adversos transitorios y leves y no se constituyen en ningún riesgo para los vacunados.
Estos ingredientes hacen las vacunas más seguras y más eficaces. Esos ingredientes incluyen:
- Preservativos
Protegen los viales de las vacunas de contaminación
- Adjuntos
Favorecen una respuesta protectora superior. Por ejemplo, las sales de aluminio
- Aditivos
Favorecen mantener la eficacia de la vacuna cuando está almacenada. Entre ellos: gelatina, albúmina, sucrosa, lactosa, glicina y MSG
- Residuos
Son el producto de todo el proceso de su manufactura y sus cantidades son muy pequeñas porque la mayoría se ha removido. Pueden ser cantidades muy pequeñas de antibióticos (neomicina), de proteína de huevo o de proteína de levaduras
Estos ingredientes juegan un papel específico en las vacunas, no están allí por suerte de coincidencias. Por ejemplo, la neomicina previene la proliferación de bacterias que podrían contaminar la vacuna durante su manufactura. Las sales de aluminio mejoran la respuesta antigénica de las vacunas, es decir, su capacidad de producir anticuerpos específicos o las defensas contra la enfermedad. Con ello, también se elimina la necesidad de darle a los individuos un mayor número de dosis de las vacunas para producir el mismo efecto protector que se quiere o un efecto superior. La cantidad de aluminio que se encuentra en una vacuna es igual a la que se encuentra en 33 oz de una fórmula del 1er. año de alimentación de un bebé. El formaldehido de las vacunas limpia el procedimiento de toxinas de difteria o de tétanos o inactiva el virus de la vacuna. Las cantidades que se utilizan son irrisorias. Hay más formaldehido en la sangre circulante que en las vacunas. La proteína del huevo está en algunas vacunas porque ellas se manufacturan mediante el crecimiento del organismo específico en yema de huevo. Las cantidades presentes son mínimas y se advierte de ello para evitar alguna reacción en individuos alérgicos, sin embargo, la vacunación inadvertida en individuos alérgicos a la yema de huevo con vacunas que se preparan a partir de la yema de huevo, no han mostrado un riesgo superior de reacción alérgica severa. La gelatina en algunas vacunas protege que el frío o el calor les induzcan alguna alteración. Personas alérgicas a la gelatina deben evitar estas vacunas.
Las vacunas NO CONTIENEN dietilenglicol, al refrigerante o “antifreeze”.
Prácticamente las vacunas NO CONTIENEN ningún mercurio. El timerosal, un preservativo a base de etilmercurio, fue REMOVIDO de todas las vacunas. El mercurio tóxico es el metilmercurio, que se encuentra en cantidades variables en pescados de aguas profundas.
Las vacunas NO CONTIENEN tejidos ni partes fetales. En 1960 se obtuvo 2 líneas celulares fetales de fetos abortados por razones médicas, no con el propósito de hacer vacunas, y ellas tienen la capacidad de sobrevivir “eternamente”, de tal forma que para la producción de alguna vacuna en cultivo de células humanas, no ha sido nunca necesario volver a recurrir a otros tejidos fetales. Los niños no reciben tejido fetal alguno cuando se vacunan. (Espero no aparezca otra aparecida o alguna a quien se le aparecen las mil vírgenes y diga lo contrario)