- Sep 2, 2020
- Pedro Vargas
- BCG, Coronavirus, COVID-19, Cultura médica, Enfermedades infecciosas, Epidemias, Genética, Inmunizaciones, Investigación, Investigación Research, MMR, Salud Pública, Sarampión, SARS-CoV-2, Vacunación, Vacunación, Vacunas
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(continuación)
Los EU ha invertido aproximadamente 9,500 millones de dólares para apurar el desarrollo de la vacuna contra COVID-19. Esta inyección de dinero es uno de los factores que acelera la producción de una vacuna, que históricamente nunca ha ocurrido. Ese tiempo acortado tiene sentimientos binarios: se celebra la tecnología que lo permite y se teme los riesgos de un biológico inseguro.
Por ejemplo, crear la vacuna contra la varicela tomó 34 años, la vacuna contra el sarampión tomó 9 años, la del polio tomó 7 años[1]. No había tal disponibilidad de dineros para cubrir los enormes costos de la investigación. La tecnología también ha variado. Pero hoy se cierne otro peligro sobre la manufactura de la vacuna contra COVID-19 y es su manipulación política, que trastoca todo proceso que tiene que cumplir con la rigurosa vigilancia científica.
La ciencia y la tecnología han logrado hoy que, material genético se introduzca intracelularmente, convirtiendo las células del cuerpo en industrias de vacunas. Este desvió tecnológico, sin riesgo alguno, acorta el tiempo en el camino. Ya no es necesario hacer crecer el virus en yema de huevo o producir proteínas virales. Alguna o algunas de las vacunas que se manufacturan, utilizan esta tecnología. Lo que sigue siendo universal es el propósito que las vacunas eduquen el sistema inmune para reconocer y cerrarle el paso al virus. Ellas lo hacen creando memoria para que detecten el virus a su llegada. Esto se logra con la activación de células blancas llamadas T-helper o “ayudantes”, que al mismo tiempo instruyen otras células blancas, las B-cells o células B, que producirán anticuerpos y células T-killer o “asesinas”. Los anticuerpos neutralizan el virus y las células T-killer destruyen las células infectadas.
Seguro han oído otra de las teorías de conspiración, que asegura que la vacuna contra COVID-19 se prepara para introducirse en el material genético del individuo, con lo que se cambiaría y produciría otro individuo, diferente al original. Yo me vacuno con una vacuna manufacturada con esa tecnología y me debo despedir de mi familia porque ya no me reconocerán. No me enfermaré de COVID-19, pero me deprimiré de seguro, porque ni mi familia me reconocerá. Mucha imaginación para la maldad.
En las espigas del coronavirus están las proteínas que facilitan su entrada y posterior proliferación y daño al cuerpo penetrado e invadido. Es una laboriosa y rápida actividad invasora: las proteínas de las espigas del virus se unen a unos receptores en la membrana celular, llamados receptores ACE, que le permiten acceder a la célula. Una vez en la célula, el RNA (ácido ribonucleico) del virus es liberado y la célula lo lee y elabora proteínas virales, que se acomodan para hacer nuevas copias del virus. Estas copias son entonces liberadas y se dirigen a infectar otras células.
La manufactura de las vacunas se hace de diferentes formas pero todas ellas persiguen reconocer el virus, neutralizarlo y destruirlo. Hoy se conocen 4 formas de manufactura de esta vacuna para COVID-19:
- Vacunas que usan ácido nucleico (DNA y RNA). Las primeras generan dentro de las células, un templado de las proteínas de las espigas del virus, y las segundas, de las proteínas de la superficie del virus. De esta forma, el sistema inmune aprende a reconocer el virus. Su diseño y producción es rápida. Esta es “la vacuna alemana”, la vacuna de Moderna, la de Pfizer y varias otras, por lo menos 43 vacunas en investigación con estemétodo. Por primera vez se produce para uso clínico, aunque ha sido utilizada en la investigación médica. Requeriría de dos dosis para producir suficiente y duradera inmunidad
- Vacunas que por ingeniería genética alteran el virus para que entonces transporte un gen del mismo virus (vector viral) al interior de la célula. Estas vacunas se diseñan prontamente (unas 42 vacunas en investigación) pero suelen necesitar de inyecciones de refuerzo. Un número importante de las vacunas que se investigan para COVID-19 son de este tipo y entre ellas, la vacuna de AstraZeneca, de la Universidad de Oxford, es una vacuna de vector viral, como también lo es la vacuna china del Instituto de Biotecnología de Beijing, la vacuna del Instituto de Investigación Gamaleya, y la vacuna de Janssen Pharmaceutical
- Vacunas de sub-unidades o proteicas, que usa fragmentos proteicos ya sea con células de insectos o de hongos (p. ej. la vacuna de la hepatitis B). Múltiples vacunas en ensayos (81 vacunas en ensayos) son de este tipo
- Vacunas de virus completo atenuadas (p.ej. las de sarampión, rubeola, paperas) o vacunas inactivadas (p.ej. polio y flu). Estas vacunas toman más tiempo para elaborarse y hay unas 18 vacunas de este tipo en investigación.
En resumen,
- vacunas en base a ácido nucleico hay 2 en fase 1, 6 en fase 2 y 2 en fase 3. Ninguna ha sido aprobada todavía.
- Vacunas con vector viral hay 1 en fase 1, 1 en fase 2 y 2 en fase 3. Ninguna ha sido aprobada todavía.
- Vacunas de sub-unidades hay 4 en fase 1, y 3 en fase 2. Ninguna ha sido aprobada todavía.
- Vacunas de virus vivo atenuado o virus muerto hay 2 en fase 2 y 3 en fase 3. Ninguna ha sido aprobada todavía.
Hay otras vacunas en ensayos, de las cuales se desconoce su tecnología, e incluso hay otras, como la BCG, de la tuberculosis y la MMR, de sarampión, rubeola y paperas, que no están dirigidas a apuntar al coronavirus pero que se les reconoce que aumentan la primera línea de defensas inmune del organismo y que se investiga si realmente dan una protección puntual y duradera. Mientras tanto, estas vacunas para la prevención de otras enfermedades, no están aprobadas para proteger contra la infección y la severidad del SARS-CoV-2.
[1] Steckelberg A, Johnson CY, Florit G & Alcantara C: These are the top coronavirus vaccines to watch. The Washington Post, August 27, 2020