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Los refuerzos en vacunación se recomiendan para (1) fortalecer la inmunidad contra enfermedades graves, y (2) cuando se conoce que la protección de ella se desvanece a niveles que deben mejorarse, para seguir cumpliendo con el propósito de la vacunación: disminuir la enfermedad grave y la muerte.  Con la vacunación contra COVID-19, el grado de protección suele evaluarse por su protección contra hospitalización y la muerte.

A finales del 2021, la variante Omicron del coronavirus-2 (SARS-CoV-2) produjo un resurgimiento de la infección y la enfermedad, inesperado y de consecuencias impredecibles.  Todavía hoy, países que había reabierto con la seguridad del control impuesto, han vuelto a los aislamientos y otras limitaciones de movilización y presencia. Esta variante produce brotes entre vacunados con 3 dosis de la vacuna contra COVID-19.  Frente a esta situación, el ministro de salud de Israel autorizó que se iniciara la vacunación con una cuarta dosis, es decir, un segundo refuerzo. Como todo durante esta pandemia, se levantaron voces en favor y en contra, la controversia que origina lo que se conoce y se desconoce, o lo que se cree conocer y se desconoce.

Un estudio en Israel, realizado entre personas de 60 a 100 años de edad, elegibles para un segundo refuerzo, evaluó la mortalidad debido a COVID-19 entre participantes que recibieron el segundo refuerzo (una 4ª. dosis) y la comparó con la mortalidad con participantes que recibieron un solo refuerzo de la vacuna (una 3ª. dosis). El segundo refuerzo se dio a sujetos de 60 años de edad y mayores, una población de alto riesgo, y a personal de salud, que habían recibido el primer refuerzo, por lo menos 4 meses antes. Cuando se hicieron los ajustes propios de la investigación por factores demográficos y enfermedades coexistentes de los participantes, 563,465 participantes cumplieron con los criterios de elegibles para el estudio.  De este total, 328,597 (58%) recibieron el segundo refuerzo durante el período de estudio que fue de 40 días. Después de 40 días de seguimiento, la muerte ocurrió en 92 recipientes del segundo refuerzo y en 232 participantes con un solo refuerzo.  Aunque los muertos entre los que recibieron un solo refuerzo fueron también en un número bajo, el refuerzo con 2 dosis redujo la mortalidad en un 78%.  Estos hallazgos fueron altamente significativos para afirmar una reducción substancial de la mortalidad por COVID-19 entre los sujetos que recibieron un segundo refuerzo.

En el Reino Unido se aprobó dar un segundo refuerzo a personas de 75 años de edad y mayores y a niños mayores de 12 años de edad con un sistema inmunológico deficiente.  En esta última semana del mes de marzo, la Administración de Alimentos y Medicamentos de EEUU (FDA), autorizó como uso de emergencia, el uso de un segundo refuerzo con las vacunas de Pfizer y de Moderna contra COVID-19 para adultos mayores de 50 años y tan pronto como 4 meses después del primer refuerzo.  Ya el FDA había aprobado el segundo refuerzo para cualquier persona de 12 años o más que tuviera alguna inmunodeficiencia severa.

Aún con estos beneficios del segundo refuerzo, la distribución inequitativa de las vacunas y la pobre vacunación en grandes poblaciones del mundo, levanta un serio cuestionamiento ético por la disparidad de la salud, la discriminación en la distribución de las vacunas y el despilfarro de recursos en decisiones desastrosas, entre ellas, la carrera armamentista, las conquistas siderales e, incluso, una invasión y una guerra en un país libre.   29/03/2022

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