- Ago 16, 2017
- Pedro Vargas
- Cultura médica, Magia, Maternidad, Medicamentos, Placenta, Salud Pública, Seguridad
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Frente a la extraña y cuasi enfermiza práctica de “comerse la placenta” después de haber tenido un hijo, -probablemente también siguiendo ritos sectarios y tendencias antropófagas- el CDC (Centro de Control de Enfermedades, de los EU) ha hecho una advertencia sobre los riesgos de infección asociados a esto. Esta práctica es promovida por algunos para energizar a la mujer, mejorar su estado de ánimo y prevenir la depresión postparto.
Basta ser una famosa (Alicia Silverstone, January Jones, Kim Kardashian) para que se arme un ejército de creyentes ciegas y que, a pesar de que son altamente críticas de la medicina probada con evidencias, no lo son de estos súbitos entusiasmo por lo estrafalario y escandaloso. De que son ingeniosos estos grupos para la promoción de conductas sin documentación alguna de su eficacia, lo son. Pero también están muy atentos para ignorar la información científica que echa por tierra sus batallas, v.gr., el fraude sobre la vacuna MMR y autismo.
En Oregon, un recién nacido previamente sano, de 5 días de edad, se presenta con signos de dificultad respiratoria -por lo cual es hospitalizado- debido a una infección grave, que requirió 11 días antibióticos intravenosos[1].
La mujer en cuestión confesó que había contactado esta compañía que procesa las placentas y las facilita deshidratada en cápsulas para su ingestión, de la misma forma que se toman las vitaminas. Ella se tomaba 2 cápsulas 3 veces al día, religiosamente.
Las cápsulas fueron analizadas y se les encontró que estaban contaminadas con Streptococcus beta hemolítico del grupo B, una bacteria que mata recién nacidos en cosa de horas por neumonía e infección de la sangre, produce meningitis y deja secuelas neurológicas (parálisis, p.ej.) y sensoriales (sordera, p.ej.) en los sobrevivientes. Esta misma bacteria, con idénticas características bioquímicas, fue encontrada en la sangre del niño enfermo.
Más difícil de entender es cómo se permite la amplia promoción de cualidades de un producto que no ha pasado por el estricto y serio escrutinio de la investigación. Otro asunto de propaganda La Unión Europea estudia prohibir esta práctica.
[1] JAMA. 2017;318(6):511.doi:10.1001/jama.2017.9720