10/11/2017
Nalgadas para los niños
Hay un grupo de personas, nada insignificante y con alguna forma de liderazgo en la comunidad que considera el castigo físico y el insulto altisonante de la voz molesta y vulgar, como parte esencial en la buena educación de los hijos y los alumnos.
Este criterio es difundido en la sociedad no importa el grado de educación, ni los privilegios sociales y económicos. A pesar de que también se han difundido –también por muchos años- los resultados del maltrato y de la negligencia sobre la conducta humana: depresión, trastornos emocionales, trastornos de la personalidad, prolongación intergeneracional de la conducta de maltratador.
¿Qué tal si descubrimos, como lo ha hecho Tracie O. Afifi y sus colaboradores[1], de la Universidad de Manitoba, y previa advertencia de la dificultad de separar todas las variables que inciden en la conducta humana de este grupo de estudio, que las nalgadas como forma de reprender y castigar durante la niñez, se asoció en estos adultos canadienses a riesgos de suicidio, y de alto consumo de alcohol y drogas ilícitas?
Entre los 8,316 adultos que respondieron al estudio fueron los varones y los negros los que más fueron castigados de niños con nalgadas. Entre los asiáticos se dio mucho menos este fenómeno o forma de castigo. Los resultados descritos se dieron una vez hechos los ajustes sociodemográficos de la población estudiada. Estos resultados son similares a los encontrados en estudios que analizaron todas las formas de abuso y maltrato físico y emocional.
Con esto podemos considerar que la práctica de corrección con castigo físico tiene efectos adversos en la vida del adulto.
Más sobre la administración de vitamina D en los bebés
Es importante que señale que los estudios que han universalizado el uso de vitamina D como suplemento vitamínico en el recién nacido son estudios hechos en otras latitudes con ambientes y naturaleza diferente a la nuestra del trópico ecuatorial.
Esta advertencia la hago porque yo me opongo al uso indiscriminado de vitamina D en los recién nacidos en nuestro medio, Panamá, donde “el sol sale para todos”, el solo sale todo el año, los recién nacidos salen pronto de sus cuartos y sus casas para ser exhibidos o para que “no se aburran en la casa”, y la lactancia materna no suele ser exclusiva.
Nosotros no conocemos en nuestro medio el estado de la vitamina D en la mujer embarazada y, mucho menos, en los niños. La preocupación de desarrollar en el niño, primero, una deficiencia de la vitamina D y, luego, raquitismo es válida pero no es universal ese riesgo, cuando las condiciones regionales son diferentes o variadas. En otras palabras, no se puede extrapolar la data y no se puede extrapolar la conducta terapéutica. Sin embargo, se hace. Algunas veces por seguir una conducta cuyos orígenes se desconocen, otras veces por atraer a esa población ávida de vitaminas, como lo es ávida por cosas diferentes o de moda.
Hoy día se suplementa a la mujer embarazada con vitamina D. Lo que se conoce es que los hijos que reciben leche materna de madres que se suplementan con 6,400 IU de vitamina D tienen iguales niveles sanguíneos de vitamina D, que los hijos que lactan de madres que reciben 400 IU de vitamina D en su dieta. Esto tiene interrogantes interesantes que hacerse antes de optar por universalizar una conducta como ésta, de darle vitamina D a todos los recién nacidos.
En los EEUU se recomienda dar 400 IU de vitamina D diariamente a todos los niños que amamantan de sus madres exclusivamente. Lo pongo en negrita para que se reconozca fácilmente dónde, cuánto y a quiénes se les ha hecho la recomendación. La otra observación es que este suplemento se continúe por un año, a no ser que se esté tomando, por lo menos, 32 oz cada día de una leche fortificada con vitamina D. En Panamá toda la leche entera está fortificada con vitamina D como toda la leche de fórmulas, para el primer año de vida.
Creo que no hay discusión en darle 400 IU de vitamina D a un bebé desde los primeros días de vida si es de tez oscura o de raza negra, está exclusivamente alimentado de leche materna y no sale de la casa nunca. Si algún nacional se entusiasma y hace el estudio de los niveles de vitamina D en la sangre de madres embarazadas y lactando, en sus niños alimentados exclusivamente con leche materna y aquellos alimentados con fórmulas y durante el primer año de vida y revela el riesgo de que nuestros niños tropicantes (que andan por el trópico) desarrollen raquitismo por deficiencia de vitamina D por el solo hecho de una dieta baja en la vitamina D, yo seré el primer apóstol converso y le daré vitamina D a los niños que cuido.
La vacunación contra el virus del papiloma humano está cambiando la incidencia de una enfermedad pediátrica respiratoria rara
La vacunación contra el virus del papiloma humano (VPH o HPV) emergió para prevenir a enfermedad y la muerte por el cáncer cervical femenino. Después se amplió su uso para proteger a los varones de la morbilidad y mortalidad del cáncer de cuello (buco-faríngeo) y de cabeza, que son los lugares donde con mayor letalidad y más frecuentemente el virus infecta a los hombres. Todo esto relacionado con la actividad sexual humana, para la cual hay que estar veraz y correctamente educado con integridad y honradez científica, que debe observar diversos factores de responsabilidad individual, salud y respeto hacia la otra persona y sus derechos humanos, que tiene su tiempo -aunque se descuide este aspecto- e implica precauciones, que es universal y propia del comportamiento normal humano, y que tiene su inicio en edades más tempranas -de las que creen los padres y la gente común.
Con los años de utilización se ha descubierto que la incidencia de la papilomatosis respiratoria recurrente en niños ha disminuido con el uso de la vacuna en las poblaciones de adolescentes y adultos jóvenes de los últimos años. Esta enfermedad ocurre por la adquisición al momento de nacer -y transmitida de la madre al niño que nace- una o dos cepas del virus del papiloma humano, las cepas 6 y 11. Proteínas de estas cepas están incluidas en la vacuna actual contra la infección.
Los bebés y los niños que fueron infectados al nacer con este virus desarrollan crecimientos no cancerosos, tipo verrugas, en las cuerdas vocales y en cualquier lugar del tracto respiratorio, que les obstruye y dificulta la respiración. Estos niños pueden morir por la obstrucción respiratoria y requieren de varias cirugías para vencer la obstrucción.
En los EEUU, aproximadamente unos 800 niños desarrollan la papilomatosis respiratoria recurrente cada año[2]. Esto le cuesta anualmente unos 123 millones de dólares. En Australia hubo 7 casos de la papilomatosis respiratoria recurrente en el 2012 y uno solo en el 2016. Sus madres no habían sido vacunadas contra el VPH antes de quedar embarazadas. El programa de vacunación contra el VPH es exitoso en Australia, por lo que se deduce que la disminución de los casos de esta rara y terrible condición, haciéndola aún más rara y disminuyendo significativamente los costos de salud, es debido a la vacunación.
Se potencia el riesgo de cáncer de cuello y cabeza en los hombres.
Fumar y practicar sexo oral (cunnilingus) es una combinación altamente peligrosa en hombres que no han sido vacunados contra la infección del virus del papiloma humano[3].
A pesar de que estos cánceres son raros, la incidencia de ellos es mayor en hombres no vacunados que además de haber tenido o tener regularmente sexo oral con 5 o más parejas, fuman.
En EEUU, uno de cada 9 varones entre los 18 años y los 69 años está infectado por el virus del papiloma humano oral, o, unos 11 millones de hombres estadounidenses.
La mayor parte de las personas que adquieren el VPH se deshacen de él naturalmente en unos 9 meses, pero hay otros que mantienen la infección por 20 años o 30 años. Estos son los que terminan desarrollando un cáncer del cuello o la cabeza.
La vacunación temprana de los varones –preferiblemente antes de iniciarse en las relaciones sexuales- es la mejor forma de prevenirlo, después de la abstinencia sexual, un propósito romántico.
[1] Afifi TO et al: Child Abuse Negl. 2017;doi:10.1016/ j.chiabu.2017.01.014
[2] Journal of Infectious Diseases, Nov 9, 2017
[3] Annals of Oncology, Oct. 20, 2017