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Nunca antes estuvo la verdad tan ignorada como ahora, cuando se le dio acceso a la diversión o a la maldad.  Las redes encontraron su capacidad para enredar, y sus instrumentos: hombres y mujeres distraídos y otros ocupados en crear mentiras y conspiraciones.

 

¿Cómo es posible que cientos de miles de personas en cuestión de pocas horas, no solo hagan virales líneas e historias falsas, sino que se las crean por tanto tiempo?  ¿Cómo se destruyen honras y propósitos, con aviesos usos de la tecnología, sin consecuencias para los autores?  ¿Por qué las teorías de conspiración tienen más aceptación que la realidad de los hechos? El criterio -bueno y correcto-   le dio paso al temor y a la maledicencia.  La formación se rindió a sus falencias. El sentido común desapareció en el jolgorio de la morbosidad o devorado por la ansiedad, que le da paso a lo absurdo.

 

La pandemia del SARS-CoV-2 ha estimulado a estas enfermizas mentes para crear toda clase de teorías de conspiración, que devoran los espacios de las gentes para compartirlas.  Estas teorías son mucho más atractivas por auditorios de personas con educación, individuos con títulos universitarios, empresarios exitosos, maestros de escuela o profesores de postgrados, médicos, incluso, que parecen haber confundido la enseñanza de dudar para comenzar, con comenzar para dudar.

 

El éxito más reciente ha sido “Plandemic: The Hidden Agenda Behind Covid-19”, dirigida por Mikki Willis, quien entrevista a Dr. Judy Mikovits, otrora investigadora del Instituto Nacional de Cáncer, de los EEUU.

 

En “Plandemic” -y aquí en nuestra ciudad no pocos ciudadanos se alimentan con estas aseveraciones y mantienen arduas discusiones donde la inteligencia parece estar prohibida para participar- se plantean una serie de absurdos que son propios de las teorías de conspiración.  Por ejemplo[1], las hechas por Judy Mikovits:

 

  • Que las máscaras faciales activan el coronavirus
  • Que el agua de mar y las arenas de las playas tienen propiedades curativas para el Covid-19 (espero que mis pacientes que salieron en estampida para las playas, no lo hayan hecho después de estas lecturas)
  • Que en Italia la infección fue más severa porque la vacuna inactivada del flu que ellos utilizan, se hizo a partir de células de perros
  • Que las vacunas no sirven y que la vacuna contra el Covid-19 mataría a millones de personas
  • Que la pandemia de Covid-19 es una elaboración de laboratorio

 

“Plandemic”[2], es “una astuta producción narrada”, de 26 minutos de duración, donde se denuncian élites que usan la pandemia y una potencial vacuna para hacer dinero y poder.  Para ello, presentan a Judy Mikovits, una bioquímica muy desacreditada, que se opone a las vacunas y a la vacunación, creadora de múltiples teorías de conspiración y falsos resultados en sus investigaciones, enemiga de Dr. Anthony Fauci, el director del Instituto Nacional de Alergias y de Enfermedades Infecciosas de los EEUU, y a quien acusa de haberle dañado su carrera de investigadora. “Plandemic” se presentó en Facebook, en YouTube y en Vimeo además de un sitio de la red exclusivamente dedicado a presentar el video.  Solamente una semana necesitó para que la vieran 8 millones de personas en Facebook, YouTube, Twitter e Instagram.  Un éxito de taquilla envidiable y una historia falsa, desagradable e infortunada.  A pesar de su gran pobreza con la verdad y su pobre respeto por las audiencias -porque el mentir de esa forma es una prueba inestimable de descuido y desprecio por las gentes- se sigue viendo en las redes por cientos de miles de individuos.

 

Cuando “Plandemic” fue publicada en Facebook el 5 de mayo, una obstetra anti vacunas, la Dra. Christiane Northrup, lo compartió con cerca de sus 500,000 seguidores de Facebook.  Inmediatamente, arriba de 1,000 de sus seguidores lo llevaron a las redes a varios grupos, muchos de ellos, grupos antivacunas.  Allí encontró el nicho de un grupo político de Alabama -Reopen Alabama- (ya se pueden imaginar qué línea política sigue), que lo publicó a sus más de 36,000 miembros.  La diseminación fue infecciosa, aparte de maliciosa.

 

Mencionan Sheer Frenkel y sus colaboradores en el New York Times, que, al mismo tiempo, Nick Catone, un profesional de artes marciales, también publicaba en su sitio de Facebook y entre sus cerca de 70,000 seguidores el recién estrenado “Plandemic”.  Un inexperto en asuntos médicos, difundía un contenido desconocido para él.  En Ohio, una candidata republicana que perdiera las elecciones primarias para el Senado, publicó el vídeo entre sus 20,000 seguidores de Facebook y lo hizo de urgente y necesaria visualización.  Así de fácil y de peligrosa es la infestación en las redes que han aprovechado muy bien los creadores de teorías de conspiración y en la que atrapan a ingenuos, desinformados, educados sin formación ni criterio que, hoy día, se encuentran con mucha facilidad cuando el temor les hace vulnerables a los oscuros designios de otros.  Ya no importaba que Facebook y que YouTube sacaran del aire por falsa, esta dañina y engañosa narración dirigida por Willis porque entonces, otros sitios en las redes, menos conocidos o populares, siguieron publicándola[3] y se sigue viendo por millones de personas.

 

¿Cómo es posible que este tipo de producción sea aplaudida por tantos?  Esta pregunta esbozada entre las varias en el segundo párrafo de este escrito, se la hacen y siguen haciendo muchos.  Una interesante y minuciosa investigación publicada en el New York Times, el 9 de mayo, por una investigadora de medios sociales, Erin Gallagher[4], y usando data de CrowdTangle (una cadena de redes sociales que las monitoriza con instrumentos inteligentes, para descubrir qué publicaciones en las páginas sociales se desempeñan mejor) revela las interacciones en las redes sociales y el rol importantísimo de Facebook y sus grupos -entre ellos QAnon, un grupo conspirativo de la derecha norteamericana con una membresía de casi 25,000 personas- que comparten enlaces con YouTube.  En la génesis de esas interacciones, encontramos suficientes consideraciones de cómo la manipulación de la divulgación masiva de noticias es también un acto ideológico de corrupción.

 

Erin encontró en CrowdTangle, lo siguiente:

 

  • 37,275 publicaciones en Facebook con la palabra “Plandemic”, del 8 de abril al 8 de mayo de 2020
  • 23,681 publicaciones públicas en Facebook conteniendo “Judy Mikovits”, del 8 de abril al 8 de mayo de 2020

 

La autora hizo un cronograma de todos los videos usando la suma de todas las interacciones en las publicaciones de Facebook conteniendo la palabra clave “Plandemic”.  Las publicaciones son agregadas: las interacciones de publicaciones múltiples en un solo día se suman para un total diario de todas las interacciones dentro de conjunto de datos en ese día.  Con esta data se elaboran cuadros que revelan claramente cómo se va produciendo una escalada.  Igualmente, hizo otro cronograma de las interacciones para las 23,681 publicaciones en Facebook que contenían la consulta “Judy Mikovits”, del 8 de abril al 8 de mayo del 2020. Esta gráfica incluye 13,594 publicaciones menos, así que el volumen es menor, pero el patrón es el mismo.  Ambos cronogramas muestran claramente el evento viral como se disemina en Facebook.

 

También miró a lo que llamó “reacciones” (“gusta”, comentarios, “compartidos” y otras reacciones usadas en redes) en Facebook para ambas entradas: “Plandemic” y “Judy Mikovits” y para el mismo período de tiempo de un mes, del 8 de abril al 8 de mayo de 2020. Aquí, los enlaces que dominaron fueron los de YouTube.

 

De esto también descubrió al grupo QAnon, como el nodo de las redes mayormente activo, con 125,448 miembros.  Por cuestión de espacio no enumero los nodos más visitados, pero los hay conocidos y menos conocidos, y que siguieron diseminando esta presentación, aún después de haber sido sacadas de YouTube y Facebook.

 

El pensamiento conspirativo goza de por lo menos 7 elementos genéticos que todos podemos encontrar en escritos o en presentaciones como “Plandemic”[5].  Irrisorios, absurdos, detestables.  El adjetivo que se le ponga, le queda pequeño.  Veamos:

 

  1. Creencias contradictorias. El vídeo de “Plandemic” señala dos historias falsas del origen de Covid-19.  Argumenta que el SARS-CoV-2 se creó en un laboratorio de Wuhan, y al mismo tiempo dice que todos los previamente vacunados tenemos el coronavirus por razón de las vacunas, y, que por eso mismo, usar máscaras activa el virus
  2. Sospecha de las razones oficiales. Eso significa que cuando la evidencia científica no se cuadra con la teoría conspiratoria, la evidencia científica es FALSA, un “FAKE”.  Por eso, cualquier organización científica cuyo trabajo o resultado es endorsado como la versión oficial está en el lado conspiratorio. Entonces la Organización Mundial de la Salud, los organismos de salud de Europa, Asia y los Estados Unidos, los investigadores de probada honradez y sabiduría, como el Dr. Anthony Fauci, son todos parte de la conspiración
  3. Intenciones viles. Las teorías conspirativas asumen que los conspiradores son todos diabólicos, sus motivaciones son diabólicas.  En “Plandemic”, no solamente ningún científico ha tenido buenas intenciones, sino que “a Anthony Fauci no le ha importado, con el propósito de hacer millones de dólares, matar cientos de miles de personas”
  4. La convicción de que algo está mal. Los teóricos de la conspiración suelen abandonar ciertas ideas específicas cuando no las pueden sostener.  Sin embargo, esa revisión de la idea inicial no cambia en nada el convencimiento de que algo está mal. Cuando a director de la película, Mikki Willis, se le preguntó si él creía seriamente que el Covid-19 era el producto intencional de sacarle provecho económico, dijo: “Yo no sé, para ser claros, si fue intencional o natural”.
  5. Víctima perseguida. Los teóricos de la conspiración se consideran ellos víctimas de una persecución organizada. En “Plandemic”, la población mundial se le caracteriza como víctima de una vasta planificación.  Solo los teóricos de la conspiración son los héroes que vencerían a los villanos conspiradores.
  6. Inmunes a la evidencia. Sus teorías se prueban a pesar de que no haya pruebas. Aún frente a la ausencia de evidencia para la teoría, se produce evidencia para la teoría. Para ellos es obvio que, si los conspiradores hicieron un buen trabajo escondiendo sus propósitos, no se va a encontrar prueba de la conspiración. Es más, la honra de la prueba para desmontar sus teorías, se la demandan a la contraparte.
  7. Reinterpretación de la aleatoriedad o casualidad. Los teóricos de la conspiración ven patrones de conspiración por todas partes. A ellos solo les toca unir todos los puntos.  Y todas las conexiones tienen siniestros significados. Por ejemplo, en “Plandemic” se sugiere que el Instituto Nacional de Salud de los EEUU, le dió dinero al Instituto de Virología de Wuhan, en China.

 

 

Si me permiten resumir de manera muy simplista la teoría de conspiración recreada en “Plandemic”, es lo siguiente:  “la pandemia la produce un ensayo maligno en un laboratorio de Wuhan, con dineros del Instituto de Salud de los EEUU, porque los chinos se han propuesto cambiar el estado actual del mundo”.  Entonces, a esta burla a la inteligencia, se ha agregado que Bill Gates, que también quiere acabar con la población mundial mientras se enriquece -y su fortuna es el mejor testimonio de que eso es lo que busca- se propone crear la vacuna, una que producirá la muerte entre los vacunados.  De allí que las vacunas de Bill Gates, no solo sean iguales de nocivas que todas las vacunas, sino que no se deben aplicar.  Y, no se sorprenda cuando oiga decir: “la vacuna de Bill Gates yo no me la voy a poner por nada en el mundo”.

 

¿Será que es tiempo de reír o será tiempo de llorar?

 

¿Cómo entonces afrontar y confrontar a los teóricos de conspiraciones?  Con pensamiento crítico.  Con criterio.  Con capacidad para separar la basura de la calle.  Estos elementos del ADN de los teóricos de la conspiración, mencionados arriba, pueden explorarse en cada una y todas de las teorías de conspiración y se encontrará cómo los presentan y los cumplen a cabalidad.

 

 

 

[1] Stephanie Pappas: Debunking the most dangerous claims of “Plandemic”. LiveScience May 12, 2020

[2] Sheer Frenkel, Ben Decker and Davey Alba:  The New York Times: How the “Plandemic” Movie and Its Falsehoods Spread Widely Online. www.nytimes.com 2020/05/20

[3] Aiyana Ishmael: “Plandemic” recirculates after platforms say they took it down. Poynter Resources, May 18, 202

[4] Erin Gallagher: The New York Times: Facebook Groups and YouTube Enabled Viral Spread of “Plandemic” Misinformation. www.nytimes.com 2020/05/09

[5] John Cook, Sander van der Linden, Stephan Lewandowsky y Ulrich Ecker: “Plandemic” and the seven traits of conspiratorial thinking. The Conversation: Coronavirus, May 15, 2020

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