- Ago 25, 2017
- Pedro Vargas
- Cultura médica, Parto, Parto domiciliario, Placenta, Poncheras, Seguridad
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Como no es suficiente parir en la casa, sumergirse en una piscina para que el niño emerja de las aguas, comer placenta para curarse de todos los males, ahora, el ejército de las sorpresas y las locuras se trae una nueva: untar el cuerpo del recién nacido por operación cesárea con la secreciones vaginales, para que las bacterias de esas secreciones, que por contigüidad suelen incluir bacterias del intestino y el ano, les “prepara” el sistema inmunológico, les “reduce” los riesgos de problemas alérgicos y del asma bronquial.
Hay que estar “ponchi” para adoptar todas estas cosas. Pero hay gente que se presta para todo ello, a pesar de su formación y de la abundante información que existe de los riesgos serios que se afrontan, incluyendo la muerte del recién nacido, y a pesar del hecho de que los atributos de estas modas no son ni siquiera probados.
Por si no lo saben, aunque el recién nacido no sufre de una enfermedad inmunológica en el sentido de no tener la capacidad de formar anticuerpos contra enfermedades y elementos extraños, también es cierto que al no haber estado expuesto en el útero a los diferentes y múltiples organismos nocivos para la salud, su sistema se está desarrollando a un paso apropiado pero insuficiente. Por ello decimos que son inmunológicamente incompetentes aunque no sean deficientes. Esto los hace susceptibles a importantes enfermedades infecciosas al nacer y de allí el consejo que también damos y he mencionado en otros escritos, de vacunar a la madre contra enfermedades que el recién nacido puede adquirir temprano en las primeras semanas de vida si ella no le ha protegido pasivamente con anticuerpos que viajan de la circulación materna a la fetal durante el embarazo, como la tos ferina y el tétanos, y que matan al recién nacido.
Como todas las teorías de conspiración (“What the Health”, es la versión popular en estos días), se mezclan verdades con mentiras y se sugiere que las mentiras son las verdades. En este asunto de la untadura de moco vaginal y otras especies allí encontradas, al cuerpo del bebé, lo que quieren hacer –probablemente- es que este bebé nacido por una incisión abdominal, “goce” de lo que le privaron: el paso por el canal del parto o vagina. Entonces a untarlo de vagina. Pero, ¿por qué? “Porque sabemos que el niño expuesto al canal del parto desarrolla una flora tanto cutánea como gastrointestinal algo diferente a la del que nace por vía abdominal. Si bien es lógico pensar que porque esa experiencia microbiológica se traduce en crear una barrera contra elementos infecciosos, que producen enfermedad, también es cierto que esto no se traduce literalmente. En otras palabras, no es así al pie de la letra.
Y, como lo mencioné en el artículo opinión sobre la placenta en el plato de comida de la mujer en el postparto, tampoco hay un solo estudio que demuestre los beneficios que se le atribuyen a esta rareza de la iniciativa de ciertos humanos.
Pero no puedo cerrar esta nota sin señalar algunos de los riesgos a los que se expone al recién nacido con esta tendencia. Cada día son más frecuentes las quejas entre las mujeres por infecciones vaginales y urinarias ya sea por el nocivo y mortífero Streptococcus beta hemolítico del grupo B o por la Escherichia coli, o por hongos como la Candida sp; así como por organismos asociados a las enfermedades de transmisión sexual.
Este es uno de esas tantas situaciones en que