- Mar 23, 2016
- Pedro Vargas
- Cultura médica, Enfermedades infecciosas, Medicamentos, Padres, Para Doctores, Salud Pública
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Nada infrecuente es que los padres lleguen a la consulta de sus hijos con:
- Exámenes auto ordenados
- Sin los exámenes que se les ordenaron
- Exámenes que les ordenó otro colega
- Exámenes que les sugirieron amistades y vecinos
Como si esto fuera poco o inocuo, también quieren saber:
- ¿por qué el otro colega, les ordenó esos exámenes?
- ¿por que el otro colega, les mandó tal medicina?
- qué piensa uno de lo actuado por el otro colega
También vemos con preocupante no infrecuencia, exámenes que se ordenan como obedeciendo a:
- hacer algo porque ya vino hasta aquí, p.ej. un cuarto de urgencias o la clínica
- el hecho de que al no encontrar nada durante el examen físico y la toma de la historia clínica, no se sabe qué ocurre
- la peor circunstancia de que se quiere hacer un diagnóstico en base a los resultados de exámenes de gabinete o imagenología
Y, como si todo esto fuera poco o inocuo (otra vez):
- cambiar el medicamento que trae el paciente por el mismo, con otro nombre
- recetar un antibiótico para la fiebre
- medicar con 3 analgésicos y otros 2 antiinflamatorios, que también son analgésicos
- dar antibióticos para “la infección viral”
- dar antivirósicos para cualquier resfriado
- medicar al niño con el medicamento no aprobado para niños porque sí se usa en adultos
- dosificar al niño con la mitad de la dosis usada para el adulto
- poner a dormir a un niño durante un viaje en avión con hipnóticos
Contestar cada situación la va a aburrir. Déjeme decirlo de una sola forma:
NO ES NI PROFESIONAL NI ESTÁ APROBADO