- Mar 16, 2015
- Pedro Vargas
- Padres, Salud Pública
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Oxígeno hiperbárico
El oxígeno que respiramos a nivel del mar, como en Panamá o en New Orleans, está a una concentración de 21%. A altitudes como Denver, Colorado, o La Paz, Bolivia, las concentraciones de oxígeno ambiental son más bajas. Por ello, personas que son dependientes de oxígeno por enfermedad pulmonar crónica, por ejemplo prematuros que quedan con el daño pulmonar llamado broncodisplasia pulmonar, al viajar a regiones como Denver o La Paz, podrían requerir oxígeno extra para respirar sin dificultad.
La terapia de “oxígeno hiperbárico” consiste en respirar oxígeno puro, a concentraciones de 100%, en cámaras o cuartos presurizados. En las cámaras presurizadas la presión de oxígeno se eleva hasta 3 veces más alta que la presión atmosférica que es de 760 mmHg. De esta forma, más oxígeno llega a los tejidos desde la sangre y estimula la liberación de factores de crecimiento y células madre, que promueven la cicatrización al favorecer o restablecer la función de los tejidos agudamente afectados por infección, por ejemplo.
Esta forma de terapia está bien establecida para el tratamiento de la enfermedad de los buceadores por descompresión muy rápida en el ascenso. Otras condiciones para las cuales se ha utilizado esta forma de tratamiento son algunas infecciones muy serias, embolias o burbujas de aire en el torrente circulatorio, en heridas que no sanan como resultado de diabetes o radioterapia, en trauma masivo de los tejidos como en accidentes serios, quemaduras o gangrena. Dependiendo de la condición tratada se requieren entre 2-3 sesiones hasta 25-30 tratamientos.
Hasta hoy no hay evidencia de probada eficacia de este tratamiento para alergias, artritis, autismo, cáncer, parálisis cerebral, fibromialgia, cirrosis hepática, síndrome de fatiga crónica, úlceras gastrointestinales ni en accidentes cerebro vasculares o derrames.
A pesar de que la terapia con oxígeno hiperbárico es bastante segura, existen riesgos que deben conocerse y que son usualmente complicaciones directas de la misma: miopía temporal por aumento en las concentraciones de oxígeno en la retina; daño al oído medio y al oído interno con ruptura timpánica; daño a otros órganos por excesiva presión durante la terapia (barotrauma) y convulsiones por toxicidad del exceso de oxígeno.
Mi énfasis está en señalar que la terapia de oxígeno hiperbárico no está probada en trastornos neurológicos como secuela de eventos alrededor del nacimiento: asfixia, isquemia o falta de circulación, infección del cerebro. Mucho menos esta terapia moviliza o traslada células neurológicas de un sitio bueno a uno dañado. Esto no solo es falso sino que utilizarla con estas promesas es solo un instrumento para los intereses comerciales de quien lo hace. Cualquier mejora mínima que pueda presentarse en uno de estos pacientes obedece a las múltiples formas de terapia que ellos reciben.
Alejandra
19 abril, 2016 at 1:53 pmExcelente, gracias por la aclaración .