- Nov 21, 2019
- Pedro Vargas
- Otras Lecturas, Para Doctores, Poncheras, Tecnología
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Se dice que el fotógrafo que se respeta no titula sus fotos en una exhibición, aunque puede darle título a su trabajo. Las expone y al exponerlas, ya no son suyas, son del espectador. Y cada espectador recibe estímulos variables y variados mientra las contempla, y le da un título en su cerebro según lo que le despierte en qué región de su cerebro emocional o cognitivo.
Hoy, el teléfono celular con cámara fotográfica ha creado cientos de millones de fotografías pero muy poca fotografía. Eso no es difícil entenderlo porque “no es la cámara, es el fotógrafo”, «no es la flecha, es el indio». Así, hay fotos buenas porque guardan el recuerdo de un momento y muy malas porque son un alboroto de elementos los incluidos sin dirección para los ojos del testigo.
Si pudiera revelarles las fotos que recibo en mi teléfono celular como consulta de los padres o de los pacientes, o llorarían o se reirían a carcajadas. Yo guardo silencio y quien me las envía considerará que no le hago caso o me importa poco. Realmente, lo que me ocurre es un gran interrogante.
¿Me quiso saludar? ¿Me quiso poner una adivinanza? ¿Qué quiere que le diga? ¿Será una broma? Pueden imaginarse cualquier interrogante y de seguro que no darán con la respuesta. Es el “summmit” de la consulta médica hoy día. Nada de historia clínica: lugar, tiempo, duración, molestia, unidad o componente, función, maquillaje u obra de arte. Si me demoro algo en producir una respuesta, que podría ser similar o no, entonces aparece el sonido en la foto. Sin duda alguna, llanto. ¿Será que se molestó el niño porque le pidieron que se sonriera o lo pellizcaron para agregarle condimento a la foto? Algo así como “tiene fiebre de 42ºC pero no le di medicina para que Ud. lo viera”. Allí le va el ruido detrás de la foto.
Sin lugar a dudas, ya no puedo decir “creo” cuando trato de ser liviano en mi juicio, que hoy día la consulta médica ha sido reducida a su mínima expresión, por las razones que sean: el tráfico, la espera en la Sala de Espera, las otras ocupaciones de seguro más importantes, la tecnología. Ah!, y el alto costo de la vida y la incompleta canasta básica.
Bueno, la consulta médica busca remedio a las molestias, si no hay una buena historia clínica, no hay un buen diagnóstico. Si no hay un buen diagnóstico, no solo no hay un tratamiento puntual y eficaz, sino que hay una seria y grave exposición al daño. No se trata de buscar una solución moderna, como cuando se va al supermercado y se le manda a la esposa una foto urgente de la salsa de tomate que se le encargó: “mi amor, ¿es ésta?” De seguro que si es esa, todos van a comer con bastante sal.