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La mejor forma -y científica- de prevenir algunas enfermedades infecciosas es mediante la vacunación específica para esas infecciones. Si Ud. oye lo contrario, está escuchando a una persona desinformada, a un charlatán, a un facineroso o a un ignorante. No importa cuánto título universitario tenga o cuánto le ha enseñado “la universidad de la vida”.

 

El sarampión

Los primeros síntomas del sarampión suelen ocurrir después de los 10-14 días de incubación que se cuentan desde que el individuo ha estado en contacto con las secreciones humanas contaminadas con el virus. Cuando la infección se contrae por vía parenteral, por ejemplo por vía inyectable, este período de incubación se acorta en unos 2-4 días. En las personas comprometidas inmunológicamente, “con las defensas bajas”, suele tomarse algo más de tiempo, porque, y esto es bueno saberlo, los signos y síntomas de la infección los produce el mismo sistema inmune y si ese sistema es deficiente, la producción de los signos y síntomas será tardía, aún teniendo la infección.

El estado prodrómico, el estado inicial que anuncia, y que puede durar entre 2-4 días, se caracteriza por fiebre, malestar general, conjuntivitis, moco nasal o coriza y una tráqueobronquitis, que se manifiesta con tos seca e irritante. Como puede Ud. colegir, nada que no se vea con otras infecciones respiratorias.   Las temperaturas pueden ser muy altas, tanto como 40.6ºC (105ºF) y más. El niño rehúsa comer porque la mucosa de la cavidad bucal se inflama (le llamamos enantema) y al poco tiempo, unos 2 días más tarde, aparece la erupción de la piel típica e inconfundible (otra cosa es la confusión frecuente con mil y un “rash” o erupciones diferentes que se les bautiza como sarampión). El rash es lo que describimos los médicos como máculo papular (manchas y ronchas), aparece unos 14 días después de la exposición o infección al virus, y se distribuye o riega de forma centrífuga: primero en la cabeza, cara y cuello; luego al tronco y abdomen; y, finalmente a las extremidades: brazos, antebrazos, manos, muslos, piernas, pies. El niño/niña se ve y se siente “miserable” (“measles miserable”). Cuando Ud. hace presión sobre la erupción ella tiende a blanquearse y suele desaparecer en unos 3-4 días, en el mismo orden que apareció, y para entonces ya no se blanquea a la presión y va tomando una coloración parda.

 

¿Por qué todo este discurso?

Porque, el sarampión que se produce en algunos pacientes después de vacunados contra el sarampión, es “igual a esto pero en chiquito”. A veces no tan “en chiquito”. Tiene otra particularidad: no contagia.

IMG_1758 Rash por sarampión postvacunal en una niña, 14 días después de la vacuna.

 

La vacuna que usamos los pediatras –cuando disponemos de ella, naturalmente- es una vacuna compuesta (MMR o “Triple Viral”) contra el sarampión, la paperas y la rubeola. Pero es una vacuna confeccionada con virus vivo atenuado, es decir, puede enfermar al recipiente pero se espera que la enfermedad sea leve y, como mencioné antes, no sea contagiosa. Es una vacuna muy efectiva y muy segura. Mediante su uso, se ha erradicado el sarampión y la rubeola de Panamá y otros países. Sin embargo, poblaciones mal vacunadas, poblaciones pobres sin recursos que no reciben la vacuna, y esa pléyade de irresponsables que se oponen a todo en la vida, incluso a vacunar a sus hijos, exponen seriamente a estas enfermedades precisamente a los más pequeños que aún no han tenido la oportunidad de vacunarse, porque la vacuna se aplica a partir del año de edad. Si por razones especiales se vacuna a su hijo/a antes de los 12 meses de edad, está indicado revacunar a los 15 meses y otras vez entre los 4-6 años, porque existe la posibilidad que anticuerpos contra el sarampión, por ejemplo, todavía circularan en su cuerpo -a donde llegaron durante su vida intrauterina en el vientre materno de una mujer con buenos anticuerpos- y hayan neutralizado la respuesta esperada a la vacunación. Pasado el año de edad, es prácticamente improbable que aquellos anticuerpos transferidos pasivamente a su hijo/a todavía estén en circulación.

Se calcula que sarampión postvacunal ocurre en alrededor del 5% de los niños vacunados con la vacuna triple o MMR pero esta incidencia es superior cuando se usa una vacuna cuadrivalente MMRV (además contiene protección contra la varicela) y las molestias también han sido superiores con la fórmula cuadrivalente.

Efectos adversos con la vacunación de MMR ocurren alrededor del 6º día al 12º día postvacunales cuando se alcanza el pico de la replicación del virus. Entre ellos: fiebre (entre un 5%-15% de los vacunados, entre el 7º y 12º día postvacunal), que dura 1-2 días; la erupción de la piel o exantema (en un 5% de los vacunados, hacia el 7º o 10º día de la recepción de la vacuna), que dura 1-3 días. Esta erupción puede ser producida por el virus salvaje porque se vacunara al niño/a cuando ya había adquirido la infección inadvertidamente, o por otros virus que ocurren temprano en la vida de las personas (virus del herpes humano tipo 6, virus del papiloma humano tipo 19), lo que dificulta algunas veces ser enfáticos o certeros en la causa de la erupción.

Es muy raro (1.7/1,000 vacunados), pero se ha descrito sobretodo en niños púberes (10-12 años de edad) que al mes de vacunados se presenten efectos adverso como erupción de la piel y dolores articulares, secundarios a la vacunación.

Otros efectos adversos de la vacuna, descritos y raros, son las convulsiones febriles, una encefalitis post infecciosa (no parece ser una complicación en niños normales), una leve a moderada disminución de las plaquetas, o una reacción alérgica severa y sistémica (anafilaxis).   Se ha calculado su incidencia en 1-3.5 casos/millón de dosis aplicadas. Otras reacciones alérgicas como la urticaria son muy raras, en el orden de 10/millón de dosis aplicadas.

Todas estas situaciones las produce la infección natural con el virus salvaje del sarampión, con el agravante que su incidencia es muchísimo más alta y su gravedad es superiorísima. Vacunar contra la infección es también vacunar contra las serias complicaciones.

 

Resultados epidemiológicos en la salud pública con esta vacunación

La meta al vacunar con MMR es prevenir la enfermedad, altamente contagiosa, y la mortalidad, también muy importante.  Sí, el sarampión mata!  En la ausencia de la vacunación, el sarampión ocurre en ciclos epidémicos.  La magnitud y la frecuencia de estos ciclos depende del tamaño de la población, los contactos que establecen las personas y el número de personas no vacunadas o susceptibles, que se añaden a la población.  La introducción de la vacuna ha disminuido no solo el tamaño de las epidemias sino también el intervalo entre ellas.   Esta «luna de miel» se rompe cuando las poblaciones no reciben un mínimo de vacunas, como cuando optan irresponsablemente por no vacunar a sus hijos.