- May 26, 2017
- Pedro Vargas
- Alimentación, Cáncer, Cultura médica, El niño, Lactancia materna, Leche Materna, Leches
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Quizás de las más beligerantes innovaciones de los grupos “naturalistas” y de la Nueva Era, es la cansada jerga en favor de las dietas vegetarianas. Pero al vegetarianismo se llega de la mano de la religión, de la salud, de la necesidad de rendir más, de la economía, de preocupaciones sobre el ambiente, del respeto a los animales, por razones cosméticas o influencia social, por higiene y por razones morales o ética.
Una dieta vegetariana se define como aquella compuesta de vegetales, frutas, granos, nueces y similares semillas, y, algunas veces, huevo y productos lácteos (Merriam-Webster Dictionary). Un vegetariano puro es aquel que nunca ingiere carnes, pescado, aves o productos que las contengan. Sin embargo, hay diversos tipos de vegetarianos dependiendo de si se permiten ciertos alimentos. El vegan es un vegetariano completo.
Se ha popularizado la afirmación inequívoca de que estas dietas vegetarianas reducen la diabetes tipo 2, la incidencia de hipertensión arterial, la obesidad, el cáncer de próstata y el cáncer de colon, entre otras enfermedades. Como corolario, aquellos que son vegetarianos se enferman menos y viven más y mejores años cuando se comparan con los carnívoros o no vegetarianos. Sin embargo, los estudios que avalan esto gozan de bias o problemas de interpretación o de confusión, al no considerar ellos factores como otros estilos de vida saludables.
Realmente, es una dieta que, en ciertos grupos de personas, no ha de producir efectos nocivos a largo plazo, pero que en los niños en crecimiento y en los ancianos, sí nos preocupa porque una fuente proteica importante -en estas fases del crecimiento y del envejecimiento- lo ofrecen las carnes animales.
Lo cierto es que los vegetarianos constituyen ejércitos con diferentes grados de verde y de verdor. Los hay vegetarianos completos, los hay semi- vegetarianos, los hay pesco-vegetarianos y, quién sabe cuántos otros. Un estudio recientemente publicado[1] evaluó la asociación entre las diferentes categorías de dietas vegetarianas y todas las causas de mortalidad en una cohorte australiana basada en una importante población. El estudio se hizo en base a una población de 267,180 hombres y mujeres, todos de 45 años de vida o mayores. Las causas de mortalidad se revisaron en los registros obligatorios en Australia. Entre 243,096 participantes con una edad media de 623 años, de los cuales 46.7% eran hombres, se registraron 16,836 muertes en un período de seguimiento de 6.1 años. Después de hacer estrictos ajustes para potenciales factores de confusión no se encontró ninguna diferencia significativa para la mortalidad de cualquier causa entre vegetarianos y no vegetarianos. Tampoco hubo ninguna diferencia significativa en el riesgo de mortalidad entre pesco-vegetarianos y semi-vegetarianos cuando comparados con los carnívoros regulares. Los investigadores no encontraron ninguna evidencia de que el seguir una dieta vegetariana, semi-vegetariana o pesco-vegetariana tenga un efecto protector independiente, para las causas de muerte.
La lactante vegan tiene una leche similar a la leche del pecho de la no vegetariana. Sin embargo, aquellos niños de madres vegan que no son alimentado por la leche materna no se nutren apropiadamente cuando se les alimenta con leche de soya, leche de almendra, leche de cabra, leche de arroz, leche de quinoa o fórmulas hechas en casa (caseras). Ninguna de estas leches tiene la cantidad necesaria de macro y micronutrientes para un bebé o un niño en crecimiento.
[1] Mihrshahi S, Ding D, Gale, J, Allman-Farinelli M, Banks E y Bauman AE: Vegetarian diet and all-causes mortality: Evidence from a large population-based Australian cohort- the 45 and Up Study. Prev Med 2017;97:1-7