- Ene 7, 2016
- Pedro Vargas
- Adminstración de Salud, Crecimiento y Desarrollo, Deportes y Atletismo, El niño, Padres, Salud Pública
- 0 Comments
¿Por qué yo quiero o me recomiendan meter en clases de natación a mi bebé de 2 años?
Por varias razones, supongo. Algunas obvias, otras algo dispersas. Trataré de dar alguna guía.
Primero, yo no soy profesor de natación pero sí soy pediatra, especialista en el crecimiento y desarrollo de los niños, de sus enfermedades, críticas o no, serias o menores, reales o imaginarias. Todas, inducen preocupación en los padres.
Existe la creencia generalizada que hay que saber nadar para no ahogarse. FALSO! Quienes usualmente mueren por inmersión son personas, adultos y jóvenes o niños que sabían nadar. Lo que contribuye a morir ahogado es la IMPRUDENCIA o un estado de conciencia alterado, ya sea por alcohol, drogas o enfermedad mental. Una cosa lleva a la otra. Los accidentes ocurren, sí, pero no pocas veces se pudieron evitar, y no necesariamente con las clases de natación.
Segundo, yo estoy en favor de que todos sepamos nadar en un país con agua por todas partes. Pero, «todo tiene su tiempo y su lugar», como no los recuerda el Eclesiastés. Y, antes que aprender a nadar el niño tiene que aprender a gozar y respetar el agua de mares, ríos, piscinas, tinas y albercas.
La primera exposición del bebé con el agua es por limpieza. Pero a partir de ese momento, él o ella, empieza a divertirse o a rehusar el agua. Dependerá de cuán agradable o desagradable el adulto convierte la experiencia. Más adelante, las piscinas inflables y de agua fresca le divierten, chapalea con las manos, juega con sus juguetes que flotan, mete la cabeza o se zambulle y suele estar sentado en el fondo de esa piscina inflable. Y, lo mejor, el agua es limpia, es fresca, es corriente. Ud. la desecha después de haberla usado y la reemplaza en la siguiente actividad de piscina inflable. Lo que no encontrará NUNCA en el agua de piscinas públicas o privadas que existen en casas y edificios de apartamentos, o en clubes sociales.
El agua en estos lugares por estar contenida por tiempo variado y variable, es sucia y contaminada. Lo que varía en la contaminación es el número de organismos por unidad de volumen de agua, pero cuando esa agua penetra a las fosas nasales, a los canales auditivos, moja los ojos, se traga o se aspira, ya nos interesa poco conocer la densidad de bacterias por mililitro de agua. El riesgo de enfermedad crece de forma exponencial a menor edad del niño. Un chiquillo mayor o un adulto, goza de un sistema inmunológico que le permite protegerse mejor de esos organismos, y, aún así, puede sufrir enfermedades molestas unas, serias otras: dermatitis o infecciones de la piel, conjuntivitis, otitis media externa, rinitis, bronquitis, neumonía, diarreas, vómitos, intoxicación por agua, convulsiones por hiponatremia (concentración diluida de sodio en la sangre, que ocurre con la deglución de agua exagerada de un niño que aprende a nadar).
Tercero, para aprender a nadar se necesita algo más que un instructor. Se necesita un cerebro maduro, un desarrollo del sistema respiratorio, un crecimiento muscular y un esqueleto óseo que dependen de la edad del individuo. A los 2 años hay cerebro, hay pulmones, hay músculos y huesos pero no hay madurez para coordinar sus funciones que faciliten no solo flotar por unos minutos sino desplazarse en el agua de un lugar a otro con suficiente capacidad para aguantar el tiempo que sea necesario para salvar una situación de peligro o apremio.
Dicho esto, la pregunta de ¿cuándo es el mejor momento para iniciar clases de natación?, no tiene una respuesta universal, porque cada niño tiene habilidades y limitaciones propias. Pero SÍ puedo decir que NO ANTES DE LOS 3 AÑOS DE EDAD.