- Ago 28, 2020
- Pedro Vargas
- Adminstración de Salud, COVID-19, Educación, Epidemias, Escolaridad, Escuelas, Inmunizaciones, Noticias, Padres, Pandemia, Salud Pública, SARS-CoV-2, Temas ciudadanos, Vacunación, Vacunación, Vacunas
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Es incuestionable la certeza y globalidad de una serie de observaciones que se han venido haciendo desde que en marzo de este año se iniciaron medidas de mitigación por razón de la seria pandemia mundial, debida a la infección viral por el SARS-CoV-2.
También la respuesta mundial a estas medidas ha sido similar, con unos países y regiones mejor preparados culturalmente para cumplirlas por tiempos prolongados, lo que les acortó los tiempos de riguroso cumplimiento de medidas severas.
Dos áreas fueron denunciadas tempranamente por quienes cuidamos niños como parte de nuestra profesión médica: la salud emocional y física del niño confinado a su domicilio, estrecho e incómodo en significativas ocasiones en nuestro país; y, los riesgos del incumplimiento con los regímenes de vacunación, suspendidos por decisiones gubernamentales y por los temores bien fundados de las familias. Esto tampoco es sorpresa.
Ahora, hay un repunte mundial de “reabrirse” a la normalidad anterior con una nueva situación. Esto es así de contradictorio y tiene muchas aristas éticas, sociales, económicas, políticas, administrativas e higiénicas. No podemos reabrirnos, de la noche a la mañana, a la “normalidad” que conocíamos antes de declarada la pandemia de COVID-19, porque no hemos vencido la infección ni su contagiosidad, porque todavía nuestro país tiene contagios por infectados, muy altos, y porque la reconocida disparidad de los servicios y la inequidad social no se han afrontado y, menos, se han resuelto, para facilitar el paso a un comportamiento menos discreto o menos prudente.
La reapertura de las escuelas ha revelado resultados variables[1] con conductas críticas variables. El máximo de estudiantes por clase que se estipuló en estos países, estuvo entre 10 y 15 estudiantes por clase, donde se conoció la información. La mayoría de las escuelas cuyos resultados se reportan en este análisis, se localizan en países de Europa (9), con algunas de Asia (5), y Oceanía (1). Solo Inglaterra cerró las escuelas por 5 meses, los demás países lo hicieron por 1-3 meses, la mayoría de ellos por 2 meses. En Dinamarca, con un mes de cierre y un máximo de 12 estudiantes por clase “no hubo un aumento significativo en la rata de crecimiento de casos de COVID-19. Este mismo impacto tuvo la reapertura de las escuelas en Noruega, después de 5 semanas de cierre y un límite de hasta 15 estudiantes por clase. En Alemania, con 2 meses de cierre de las escuelas y una disposición de no tener más de 10 estudiantes por clase, se observó un aumento en la trasmisión de COVID-19 entre los estudiantes, pero no así entre el personal docente. En Israel hubo varios brotes en múltiples escuelas y solo se exigía el uso de máscara facial a aquellos estudiantes mayores de 7 años de edad. En Israel las clases estuvieron suspendidas por casi 2 meses, pero no hay informe de cuál fue el máximo de estudiantes permitidos, sin embargo, no se exigió distanciamiento. En Suecia, se reportó “una rata alta de infectados”, lo que les sugirió un contagio alto. Suecia no puso límite al número de estudiantes por clase, no exigió distanciamiento, ni el uso de máscaras. Pareciera que siguiera apostando a la inmunidad de rebaño (el comentario es mío). No hay información sobre la recomendación de lavado de manos frecuente y por 20 segundos, por lo menos. Tampoco se tomó la temperatura de los estudiantes, no se hizo trazabilidad de contactos, no se hicieron pruebas serológicas de anticuerpos. El denominador común entre aquellos países que reportaron un impacto favorable después de la reapertura, fue el distanciamiento físico.
Esta información sugiere lo siguiente:
- las escuelas pueden y deben volver a dar clases presenciales
- el distanciamiento debe mantenerse, para lo cual, disminuir el número de estudiantes por clase y las horas de clase que faciliten por lo menos 2 turnos para cada grado
- el lavado de manos debe facilitarse y el uso de gel alcoholado es una alternativa que no debe ser abusada
- detectar fiebre tempranamente debe instituirse, para que el estudiante regrese a su casa y ser evaluado por su médico
La Academia Americana de Pediatría ha creado una guía basada en evidencia
–“debemos ser guiados por la ciencia”, recalca en su documento- sobre cómo volver a clases[2],[3] con puntuales recomendaciones sobre:
(1) el distanciamiento tanto en las clases como en lugares encerrados, como son los buses del transporte escolar, los pasillos, los espacios para juego, la cafetería
(2) el uso o cobertura facial por máscaras y por equipo protector especial
(3) el lavado de las manos
(4) los métodos de limpieza y desinfección
(5) las pruebas diagnósticas y la trazabilidad
(6) la ventilación
También da recomendaciones sobre el manejo del comportamiento y el apoyo emocional a los estudiantes, con particular énfasis en aquellos con condiciones especiales y dificultades de aprendizaje y, sobre aspectos de la salud mental de los docentes, la seguridad alimenticia, las inmunizaciones.
Con respecto a pruebas y rastreo por la infección, la trazabilidad con una prueba rápida de antígenos, ya sea el hisopado nasal o mediante el lavado bucal (saliva), debe hacerse de rutina para volver a las escuelas. La periodicidad con que ellas deban hacerse, depende de varios factores que, variarían de región en región y de la población escolar específica, por ejemplo, su procedencia y su historia de contactos. Pruebas moleculares diagnósticas deben hacerse en todo estudiante sintomático con fiebre y previa evaluación por su médico pediatra.
Es necesario que enfatice la importancia de facilitar y cumplir con el programa de vacunaciones de todos y cada uno de los estudiantes. El riesgo de sufrir otras enfermedades infecciosas graves es hoy mayor que en cualquier otro momento, cuando las facilidades médicas o clínicas estuvieron y están aún cerradas y la disponibilidad de vacunas se ha dificultado por esas razones y los temores de las familias de salir de sus casas para vacunar a sus hijos. La mejor campaña para superar este riesgo es reactivar la vacunación en las clínicas privadas como en los centros de salud pública y de la Caja de Seguro Social. La pandemia es una indicación más de vacunarse, para estar al día en los regímenes probados, eficaces y seguros.
[1] Summary of School Re-Opening Models and Implementation. www.doh.wa.gov/ 20200706 Jul 6, 2020
[2] AAP: COVID-19 Planning Considerations: Guidance for School Re-entry. August 19, 2020
[3] AAP News. Evidence-based guidance on school reopening drives AAP advocacy. August 21, 2020