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Desarrollo de la identidad de género

Dr. Pedro Ernesto Vargas  –  Pediatra y neonatólogo

 

En la última edición de Healthy Children, una revista de pediatras para los padres y familias, de la Academia Americana de Pediatría (AAP), “comprometidos con la óptima salud física, mental y social, como por el bienestar de todos los niños”, su presidente invita a todos los padres a que lean “Desarrollo de la identidad de género en los niños”, con lo que se promueve un desarrollo saludable de la identidad de género, una vez se entiende qué es y cómo se forma.

Su autor es pediatra y paidopsiquiatra con especialidad en los trastornos del uso de substancias entre adolescentes y desarrollo de género y sexualidad e interesado en la salud y el cuidado de los jóvenes de grupos LGBTQ y la prevención de niños sin hogares.

Tengo que confesar que celebro la coincidencia de intereses como pediatra y neonatólogo, que descubro tengo con este colega y autor. Espero que los lectores tengan genuinos deseos de conocer sobre lo que no conocen, comparar con lo que conocen y reconocer que es a través del conocimiento de la ciencia donde las opiniones personales dejan de ser raptos y escándalos de emociones.

El sexo es el género asignado al nacer, con solo observar la características físicas de los genitales externos. La identidad de género es el sentirse varón o el sentirse mujer, no importa el sexo genital o físico. En una inmensa mayoría de las veces, coinciden y no hay palabras sucias, ni insultos, ni signos vulgares, ni excomuniones, ni pasos vedados, ni abandonos, ni burlas, ni matoneo o bullying, ni persecución, ni violencia personal, ni desesperanza, ni opciones de muerte por suicidio debido a ese ambiente tóxico que la sociedad le crea a aquellos cuyo sexo sentido difiere del sexo físico.

Este sexo sentido inicia su desarrollo alrededor de los 2 años de edad. A esta edad no influye lo que le digan los adultos con respecto a sexualidad, pero sí lo que hacen los adultos para reafirmar el sexo genital de sus hijos. Ya el niño y la niña son conscientes de las diferencias físicas entre ellos. Esto tiene mucho que ver con los juguetes que, para ellos, prefieren y escogen sus padres y con los colores que los visten. De hecho, el adulto y la industria escogen los juguetes y los colores de la ropa para el sexo asignado al nacer, como un presupuesto tácito. Mientras se hace un juicio, se hace una construcción social del género y se inicia un quebrado camino de estigmatización.

Hacia los 3 años ya el niño se sabe niño y la niña se sabe niña, se etiquetan como tales. Otra vez, los juguetes y las ropas, además de sus genitales externos, diferentes, les dan criterio para llamar al niño, niño, y a la niña, niña. Además lo oyen de los adultos en todo momento. “Yo soy un niño”, reafirma el niño y se molesta si se le dice niña. Con toda esa influencia filial y social -la construcción social del género- hacia los 4 años ya el niño aprende ciertos roles debidos o propios a su género: el niño hace cosas que hacen los varones (jugar con carros, volar aviones, construir torres, limitar su terreno) y la niña hace cosas que hacen las mamás: juegan a cocinar, cargan sus muñecas como si fueran sus bebés, las bañan, las visten, las peinan y hasta las maquillan.

Sin embargo, a esta edad se observa que, a pesar de la construcción social del género, también hay curiosidades e intereses cruzados y que los varones pueden preferir juguetes diseñados por la industria para las niñas y viceversa. Esto es normal, aunque alarme a los padres muchísimo más que a las madres. El temor por la homosexualidad no puede esconderse y arrecia la maquinaria paterna para asegurar que su hijo seguirá siendo macho. ¿Cómo decía la canción? En las niñas, el comportamiento que denota posturas de “marimachas” es prontamente confrontado quitando los “juguetes de niños” y reemplazándolos por muñecas, estufas y refrigeradoras, lápiz labial y coloretes. Esta etapa de preferencias no cónsonas con el sexo genital es transitoria y en nada tiene que ver con la futura identidad de género de cada individuo. Las investigaciones sobre el tema de la identidad de género revelan que los niños que afirman identidad de género diversa conocen su género tan claramente como sus compañeros cis-, conocen el suyo.

¿Qué deben hacer los padres? La contestación la da el doctor Jason Rafferty: “Todos los niños deben tener la oportunidad de explorar los diferentes roles o papeles de los géneros, como las diferentes formas de juegos. Para ello, es necesario que el ambiente donde crecen y se desarrollan sus hijos les permita observar a través de la lectura de libros, por ejemplo, roles por género que sean diversos, en lugar del estereotipo: la madre que trabaja, el padre que se queda en casa y cocina, limpia la casa y cuida los niños, el varón que hace botones y zurce la ropa, la mujer que hace soldadura o es mecánica automotriz. Es entonces aconsejable disponer de juguetes variados donde el niño o la niña escoja lo que le guste o le llame la atención, sin importar cuál sea el juguete.

Hacia los 6 años ya los niños buscan compañeros o compañeras de juegos dentro de su mismo género sexual. En esta edad se debe permitir que los niños hagan su escogencia de con quién o quiénes quieren jugar o agruparse y vigilar que no sean víctimas del matoneo o burla. Para entonces ya el niño o niña expresa de alguna forma su orientación sexual. Se observa en el tipo de ropa y arreglo del cabello que prefiere, qué escoge como sobrenombre para que lo llamen por él, se le descubre un comportamiento social dominante según la identidad de género (agresividad, dominancia, sumisión, dependencia), sus gestos y manerismos se hacen evidentes, ya sean muy femeninos o muy masculinos, y modifica su relación social para satisfacer su rol y orientación sexual.

El desarrollo del género es un proceso normal que no preocupa a la mayoría de los hogares, porque la orientación homosexual y la trans-sexualidad, aunque más visibles hoy, son de menor ocurrencia en toda sociedad actual. No importa cuál sea esa orientación sexual definitiva, su hijo o hija necesitan amor y respeto, comprensión y compañía, y una escuela como una sociedad que le permita crecer dentro de la comunidad, como adultos queridos, felices y saludables.

Publicado en el diario La Prensa, de Panamá, el 10 de febrero de 2023

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