- Dic 4, 2021
- Pedro Vargas
- COVID-19, Enfermedades infecciosas, MAESTROS DE MEDICINA, Máscara facial, Pandemia, Salud Pública, SARS-CoV-2, Vacunación, Vacunas
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Extraño puede ser para un ingeniero, un cura o un apóstol, un abogado, o un político entender que para quienes la profesión de la medicina es su apostolado y su dedicación, fomentar la prevención y educar es tan importante como aliviar y curar. Por ello, aunque me incomoda la aseveración atrevida e imprudente, por ser vulgar, de que los médicos y el equipo de salud solo nos proponemos atemorizar y hasta horrorizar a la población que nos escucha y lee, interpreto la necesidad de seguir educando sobre la pandemia del COVID-19, particularmente con respecto a la población de niños y adolescentes.
Tanto la Academia Americana de Pediatría (AAP) como la Administración de Drogas y Alimentos de los EEUU (FDA) y el Centro de Control y Prevención de Enfermedades (CDC) del mismo país, vienen haciendo recomendaciones puntuales y responsables sobre el manejo de la pandemia que nos aqueja en todas las regiones y países del mundo, con necesidades y recursos diferentes, por lo que su fin no está cerca mientras no exista la justicia social y solidaridad éticas de cumplir con todos desde todos.
No es de ahora que conocemos que las vacunas son seguras y eficaces para proteger a los individuos y a las poblaciones contra enfermedades infecciosas. Esta afirmación se extiende hoy a la vacunación contra COVID-19.
Toda vacuna contra COVID-19 es autorizada en los Estados Unidos, a través de la Autorización para Uso de Emergencia (“Emergency Use Authorization”) o aprobada a través de la Aplicación de Licencia para Biológicos (“Biologic License Application”) por la Administración de Drogas y Alimentos de los EEUU (FDA) y previa recomendación del Centro de control y prevención de enfermedades (CDC). Para niños y adolescentes, estos organismos científicos dictan lo relacionado con edad de primeras dosis, tiempo entre las dosis, dosis adicionales o dosis de refuerzo, basados en estudios estrictamente exigidos para seguridad y eficacia. En este momento las recomendaciones de la AAP[1] son:
- Al 3 de diciembre en EEUU, hay más de 48.8 millones de casos de COVID-19, más de 785,000 muertes por COVID -19, cerca de 6.9 millones de niños con COVID-19. Para el 28 de octubre, más de 6.3 millones de niños y adolescentes constituían el 16.6% de todos los casos reportados de COVID-19 en los Estados Unidos[2] y 35 días más tarde ya la suma de casos iba cerca de 6.9 millones.
- A partir de los meses de julio y agosto las hospitalizaciones de niños por COVID-19 están entre 0.1% a 2% de los casos y algo menos del 0.03% han resultado en su muerte
- El impacto y severidad del COVID-19 en las poblaciones de niños y adolescentes es creciente y preocupante, por lo cual la prometedora data de los beneficios y seguridad del uso temprano de anticuerpos monoclonales (mAB), que reducen hospitalizaciones y muertes en los adultos es ya una consideración seria en las poblaciones pediátricas para niños mayores de 12 años de edad o aquellos, vacunados o no vacunados con riesgos de complicaciones, y que pesen más de 40Kg, no hospitalizados y que no reciben terapia con oxígeno, en los primeros 10 días de síntomas por COVID, sean ellos menores o moderados y con alto riesgo de progresar en severidad u hospitalización
- Todo niño de 5 años de edad y mayor, que no tenga contraindicación para vacunarse contra COVID-19, debe recibir la vacuna
- Todo niño con infección o enfermedad previa por el virus SARS-CoV-2 debe recibir la vacuna contra COVID-19
- No hay contraindicación para la administración simultánea de otras vacunas con la vacunación contra COVID-19 o vacunarse días antes o después con las vacunas que no se tienen al día
- El papel responsable, crítico y profesional del pediatra es promover la vacunación entre sus pacientes y las familias, en su comunidadcon especial énfasis entre aquellos a riesgo de enfermar seriamente y morir
- El pediatra debe responsablemente educarse y educar a sus pacientes y familias sobre los aspectos científicos de la vacunación contra COVID-19, para esclarecer todas las dudas e incertidumbres que existan y existen, y reducir la disparidad en la vacunación por motivos ideológicos, sociales y económicos
- Niños de 12 años o más que estén moderada o severamente inmunocomprometidos deben recibir una dosis adicional de la vacuna mRNA 28 días después de haber recibido la serie primaria de 2 dosis[3]
Las variantes o mutaciones del virus SARS-CoV-2 seguirán dándose. Se dan porque no hemos controlado su capacidad de infectar poblaciones sin experiencia inmunológica aún. Eso se logrará cuando la vacunación universal sea asequible a todas las regiones del mundo, a todas las poblaciones. Mientras no se logre, un enfermo en Asia o en África o en Las Tablas, puede infectarse con una cepa que muta y la transmite a otros, vacunados o no vacunados. Ambos pueden infectarse, ambos pueden ser contagiosos, ambos pueden enfermarse. Lo que sabemos es que los vacunados, los vacunados, se infectan menos, se enferman menos y transmiten menos. Con plena certeza podemos decir entonces que para detener la pandemia y la proliferación de variantes, hay que vacunarse.
En ensayos clínicos con niños de 5 a 11 años de edad, la vacuna contra COVID-19 fue efectiva en más del 90% de las veces para detener la infección por la variante delta.
¿Por qué la variante delta afecta a la gente joven, y por qué lo hará también la variante omicron? La primera razón es porque los niños debajo de los 5 años no se pueden vacunar, los niños entre los 5 años y 11 años, apenas se empiezan a vacunar. Es muy importante que las autoridades de salud de Panamá, den la autorización para iniciar la vacunación en esta población. Es necesario entender, por ejemplo, que niños con asma bronquial no controlada, difícil de controlar y aún controlada, tienes riesgos superiores de enfermedad seria con la infección por el SARS-CoV-2 y sus variantes.
Aún conocemos muy poco de la nueva variante omicron. Apenas fue reportada a mediados del mes de noviembre en Botswana y Sudáfrica, aunque ya se especula que estaba antes en otras regiones. Lo importante es que, frente al desconocimiento, el riesgo de infectarse y enfermar aumenta. No es terrorismo informático y menos, mete miedo médico. Es la prudencia que debe ejercerse. El terrorismo informático está en otras manos y otras mentes. Todavía desconocemos la facilidad y la rapidez con las cuales el virus prolifera, infecta y enferma. Y todavía no se conoce cuán protectoras contra esta variante son las vacunas que se han estado aplicando en todas partes del mundo.
Mientras esta vacunación a los niños entre los 5-11 años no se inicie y se avance en ella, y mientras no vacunemos aún a los menores de 5 años, el padre de familia debe velar por la protección de esos niños con el uso de la máscara facial, el lavado frecuente de las manos, evitando reuniones de celebraciones que pueden postergarse o no son necesarias, respetando las medidas de mitigación que nos han permitido a muchos alcanzar los tiempos de la vacunación. 4/12/21
[1] AAP Policy Statement. COVID-19 Vaccines in Children and Adolescents. Committee on Infectious Diseases. Pediatrics 2022;149(1). E2021054332
[2] AAP Home. Outpatient COVID-19 Management Strategies in Children and Adolescents. December 3, 2021
[3] AAP News. CDC encourages COVID vaccination, boosters to protect against omicron variant. November 30, 2021