- Mar 3, 2023
- Pedro Vargas
- COVID-19, Cultura Científica, La Prensa, MAESTROS DE MEDICINA
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Así titula el doctor Scott W. Atlas su opinión en la revista The New Criterion, correspondiente al mes de enero de este año. Esta publicación es de indiscutible corte conservador en Estados Unidos y Atlas fungió como consejero especial para el presidente Trump, entre agosto y diciembre del 2020, y miembro del Grupo de Trabajo (Task Force) de la Casa Blanca para el coronavirus. ¿Desafortunado el título? En él señala que los niños han sido perjudicados seriamente durante la pandemia con (1) el cierre de las escuelas y (2) “ser expuestos a una inyección experimental para cuidar la salud de los mayores”.
El cierre de las escuelas fue una medida que hubo que tomar frente a una altísima tasa de infección en los primeros meses de la pandemia y cuando se conocía nada o muy poco sobre el comportamiento de la infección en los niños. El RO o número de reproducción -propuesto en la década de 1920- es una estimación del número de casos, en promedio, que van a producirse a partir del contacto con una persona infectada durante el período de contagio.
Este número “representa el máximo potencial epidémico de un patógeno” y describe la intensidad de una enfermedad. Pero esto depende, además de la agresividad del patógeno, de la “experiencia” de la población o de la verdadera susceptibilidad a la población. El RO varía en el tiempo y, al principio de la pandemia, sus valores eran muy altos y muy superiores a los valores estabilizados a esta altura de la crisis.
No está permitido olvidar que nadie en el globo había tenido contacto con este patógeno, lo que es decir que todos éramos susceptibles. Claro que el RO cambia con el tiempo y varía de región a región, por lo que no se puede manejar la situación de cada región o país ni ciudades, con la uniformidad que no existe en la contagiosidad de la infección, debido a las diferencias de las “condiciones ambientales, demográficas, socioeconómicas y climáticas”.
Cuando el RO es menor de 1, se considera que la enfermedad va a desaparecer o está controlada. Pero eso no significa que la pandemia ha terminado, debido a la presencia ocasional de “superpropagadores”. Había que cerrar las escuelas y su reapertura tendría que hacerse paulatinamente, según las condiciones existentes, no todas ellas al mismo tiempo. Reabrir las escuelas fue inmediatamente el propósito, pero no todas de inmediato, y la obtención de suficiente data que demostrara el riesgo de hacerlo se venía haciendo simultáneamente para sustentar la medida optada.
Se buscó una solución que tampoco era universalmente factible y los resultados no estarían eximidos entonces de fracasos: la educación no presencial. El magisterio era muy diferente. Los maestros tuvieron que educarse en ello para educar. Los padres y la familia de los niños fueron exigidas a un máximo intratable.
El aprendizaje no fue igual. La crisis desnudó en todas partes del mundo, como lo hizo con los sistemas de salud de muchas naciones, el pobre estado institucional de la educación y la inequidad, que se arrastraban desde antes de la pandemia y que no parece que tendrán mejor suerte después de la pandemia. Entonces, sí es cierto, los niños han sido perjudicados en su educación por el cierre temporal de las escuelas, pero también permitió descubrir las primitivas falencias de la educación en muchos países, que puede servir para mejorarla.
La segunda aseveración de Atlas no la puedo compartir porque obedece a ese cuerpo de conjuros y teóricos de conspiraciones, al cual él pertenece como miembro de la derecha más extrema del conservadurismo norteamericano, ese que tampoco reconoció la derrota de Trump ni el triunfo de Biden en los resultados de las urnas que intentaron reemplazar con el ataque al Congreso de Estados Unidos, el 6 de enero del 2021. Dos mentiras en una frase: (1) “una inyección experimental”, (2) “para cuidar la salud de los mayores”. ¡Cuánta maldad en esa aseveración!
Viniendo de una persona dedicada a asuntos de salud pública, estas afirmaciones son tremendamente irresponsables y graves. Viniendo de un individuo con particular predilección por la política, podemos entrever un sesgo ideológico insoslayable. Viniendo de un colaborador de Donald Trump, sus aseveraciones son tan peligrosas como las del presidente. Y las del presidente ya lo eran.
En febrero de 2020, las curvas de infección en Wuhan y en Italia eran sumamente preocupantes y la administración norteamericana anunciaba sin temblores que el virus no poseía ningún peligro real para la vida de las personas.
Cuando Atlas inicia su opinión señalando “la indiscutible censura a los medios para al debate científico durante la pandemia de la covid-19″, parece olvidar de adrede al Trump dueño de esta frase: “escuchar a los científicos es propio de tontos y resultaría en una depresión económica”, o sus nombramientos políticos en el CDC y el FDA, como sus presiones al NIH contra científicos que mantenían estrechos lazos profesionales con colegas extranjeros, o cuando ordenó a estas agencias que publicaran información incorrecta, emitieran guías de salud desacertadas y apoyaran tratamientos potencialmente peligrosos para la covid-19.
La gran falacia de la particular opinión de Atlas es el hecho de no sopesar que todas las medidas de mitigación consideradas, como lo señala la publicación de Henderson en el 2006 que él cita, tenían un lugar urgente para el manejo de una crisis de salud pública producida por organismos de rápida diseminación y poco conocidos o desconocidos en su comportamiento epidemiológico, y que, como en toda decisión en medicina, se habían puesto en la balanza los pros y contras de todas las medidas, antes de tomar una decisión, que si no perfecta, mitigara los efectos sobre la salud individual y colectiva, porque la salud económica, importante pero no primera preocupación, no se rescata con cadáveres.
Desafortunado no solo el título de aquella opinión, sino el contenido sesgado y rendido a la furia del trumpismo más indolente y jamás visto.
Publicado por el diario La Prensa, de Panamá, el viernes 3 de marzo de 2023