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¡Oh, Macron!, digo Omicron

 

Si micro es pequeño, incluso m i c r o s c ó p i c o, macro es grande y Macron es francés, luego es grande.

 

Si algo vino a hacer Omicron fue a alimentar la desinformación, con ello, darle gasolina a los conspiracionistas, a los negacionistas, a los anti vacunas.  En fin, vino a jodernos más.  La “urgencia” de tener información lleva a conducir peligrosamente la poca información, o, como hacen los desquiciados y condenables conductores de las armas domésticas de destrucción masiva hoy, lanzar una vagoneta a toda velocidad sobre una muchedumbre que mira el encendido de un árbol de Navidad.

El secreto de la virulencia de la mala información (malicia) o la desinformación (desconocimiento) lo hemos develado hace ya tiempo atrás: utilizar alguna forma de certeza para pescar no solo ingenuos sino gente con inteligencia mítica (movidos por la ideología, la religión o la moral, y entendidas a su manera y medida). “Bill Gates fundó hace años una empresa que llamó Omicron” y por allí se suelta el chorizo de la mentira, la maldad y la condenable blasfemia: “Ya lo habíamos dicho, los planes de Bill Gates se cuecen desde tiempo atrás para controlar el mundo y para destruirlo”.

Como viene ocurriendo aquí y en todas partes: mientras los hombres y mujeres de ciencia aprenden sobre las variantes y el virus, otros solo les interesa “adelantarse” con la data que va apareciendo, utilizarla y divulgarla para ganancias de sus propósitos de desinformar.

Ahora se ha acentuado el propósito de desvirtuar la palabra de los científicos de salud pública, de epidemiología, de estadísticas, de virología, de ciencias en general.  La macabra táctica es producir un alejamiento de los hechos probados para que se pierda la confianza en la vacunación, la necesidad de aplicar refuerzos de la vacuna, secuestrar la voluntad de las personas y manipularlas de tal forma que las medidas higiénicas sean rechazadas, las economías sean destrozadas y el caos engendrado por el descontento, el hambre y la enfermedad destruya la democracia. Ustedes pueden ayudarme a encontrar mejor palabra que “macabra” para esta táctica detestable, pero no por ello ineficaz.

Hay que pensar críticamente ante la avalancha de desinformación. Rachel Piltch-Loeb[1], investigadora de la Escuela de Salud Pública Global de la Universidad de. New York nos sugiere una mirada crítica:

  • Una afirmación que usa un lenguaje vago, por ejemplo, “la vacuna puede ser nociva a los bebés”, debe sugerirnos su significado
  • Quien relata la historia describe a alguien en su red social sin detallar la relación, por ejemplo “el amigo de mi primo”
  • El contenido a menudo logra un atractivo emocional. Pregúntese si el propósito del escrito es precisamente ese, manipular las emociones
  • Se citan hechos que son muy buenos para ser ciertos. Si, por ejemplo, se cita un estudio que da prueba definitiva de algo, lo más seguro es que no es cierto porque una respuesta definitiva no se produce con un solo estudio
  • Si el mensaje contiene un video, el uso de mezcla de voces con diferentes locutores, música o imágenes atractivas por sus colores o contenido, considere su manipulación

 

Y lo más importante:  si Ud. no está seguro de la fidelidad del contenido no lo pase más adelante

18/12/21

 

[1] citado por Adriana Rodríguez: The omicron variant is fueling misinformation about COVID. Experts explain why and how to spot false claims. USA TODAY Dec. 11, 2021

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