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Para quienes hemos sido educados en vacunación y vacunas durante nuestra responsable formación médica, no es difícil entender cómo la imprecisión asoma en opiniones sobre el tema, entre personas sin tal formación.  Incluso, entre nosotros médicos, se cuentan baches en este camino de las inmunizaciones.

Si hay tres elementos de las vacunas que se exigen para su uso, esos son: su seguridad, su eficacia y su calidad.  Esos 3 elementos se exigen en vacunas que solicitan su licencia para comercializarlas, como para vacunas que se autorizan para uso de emergencia.

Este concepto todavía no parece estar claro.  El uso de emergencia para biológicos como las vacunas, o fármacos, o tecnología no es un uso para probar seguridad, eficacia y calidad.  No.  El uso de emergencia es una vía expedita para que, en una situación de emergencia de salud pública, se disponga del uso seguro, eficaz de -en el caso de las vacunas- una vacuna de calidad ya probada, en ensayos rigurosos[1]. Que seguiremos notando y anotando eventos alrededor de su uso, sí.  Nunca ha sido de otra manera. Hoy, todas las vacunas que iniciamos en la niñez, se siguen escrutando para dar respuestas.

Desde el momento que una vacuna es autorizada para este uso de emergencia, se inicia también el proceso exigido para obtener una licencia de comercialización.  Por ello, las vacunas autorizadas para el uso de emergencia no se pueden comercializar antes y su disponibilidad es el resultado de negociaciones de la industria con los gobiernos.

Creo que, a esta altura de la pandemia, serán muy aislados los individuos que no creen que el COVID-19 es una muy contagiosa infección viral, que desarrolla una enfermedad con alta morbilidad y letalidad que ha alcanzado cifras dolorosamente elevadas porque llegó cuando no conocíamos nada de ella.  Una sorpresa desagradable, y que ha afectado todos los continentes del universo.

Como he dicho antes: hoy, conocemos más que ayer, pero aún desconocemos mucho. Por eso tiene que estar su manejo en manos de la ciencia, donde hombres y mujeres están entrenados para buscar la respuesta y con cada hallazgo, encontrar otro interrogante que obliga a buscar la respuesta y otra respuesta. Aquí no hay espacio para la arrogancia y, sí, mucho para la humildad.

Es importante que la desinformación sea confrontada porque la opinión irresponsable no tiene lugar que reemplazar entre los hechos.

La vacunación contra COVID-19 desaceleró los casos de enfermedad y de muerte. El péndulo de las poblaciones de mayor riesgo por edad se movió hacia la izquierda y hemos comenzado a ver más personas jóvenes y más niños en los hospitales.  A esta tendencia, se sumó la aparición de la variante Delta, más contagiosa, de una alta capacidad de proliferación rápida con cargas virales en los tejidos respiratorios que se constituyen en seria amenaza nueva.

La variante Delta ataca a vacunados y a no vacunados, pero a los no vacunados los demuele, no importa la edad.  No importa la edad.  Lo repito para que se grabe.  Y eso no quiere decir que no exista muerte entre vacunados por la infección con esta variante, pero esas muertes obedecen a la presencia de factores que tienen una negativa influencia sobre los mecanismos de protección.   Aún así, la vacunación completa contra COVID-19, frente a la infección por la variante Delta, reduce en 5 veces la infección, en más de 10 veces el riesgo de hospitalización y en más de 10 veces el riesgo de muerte[2].

Las visitas a los cuartos de urgencia como las hospitalizaciones, entre junio y agosto de este año, han aumentado significativamente en los EU entre la población pediátrica de 0-17 años de edad. En un período de 2 semanas en agosto, las visitas a los cuartos de urgencia fueron superiores en los estados con poblaciones con las más bajas cifras de vacunación y, mucho más bajas en los estados con poblaciones con las más altas cifras de vacunación.[3]

 

Veamos la incidencia de COVID-19 por grupos de edad

Casos por 100,000 personas

  0-4 años 5-11 años 12-17 años
Enero 2021 21.2 30.1 51.7
Junio 2021 1.7 1.9 2.9
Agosto 2021 16.2 28.5 32.7

 

La variante Delta en los EU ha sido la dominante desde finales de junio, 2021. Es importante señalar que estas cifras son un sub registro debido a las varias dificultades o limitaciones presentes en un estudio de esta naturaleza. Aún se requiere más observación  y data para concretar este comportamiento.

Otro estudio[4] agrega que las hospitalizaciones entre niños y adolescentes se elevó cerca de 5 veces durante junio y mediados de agosto del 2021, coincidiendo con la circulación de la tan contagiosa variante Delta.  La severidad de la enfermedad, sin embargo, antes y durante el período de circulación de esta variante, no varió.  La hospitalización de adolescentes no vacunados fue 10 veces superior a la frecuencia de hospitalización de adolescentes vacunados.

Mientras se prueba la seguridad y la eficacia de las vacunas disponibles para los grupos en edad pediátrica para los cuales aún no se ha aprobado el uso de ellas, la vacunación de las poblaciones de adultos y adolescentes en las comunidades, junto a estrategias de pesquisa y otras medidas de prevención, protegen a estas poblaciones pediátricas debajo de los 12 años de edad.

Es necesario recordar que la vacunación en niños no es solamente conocer las edades que se prueba su seguridad y eficacia, que no debe variar de ellas en las otras edades, sino las dosis individuales, el número de dosis y los tiempos entre las dosis.  La maduración del sistema inmunológico de los niños es un proceso que anda en esas edades y por ello, la necesidad de conocer estos elementos para ofrecer un esquema de vacunación.  Nada diferente a como se ha hecho con todas las vacunas que se dan desde la primera infancia en los niños.

Sería muy necio señalar que no existe razón ni propósito para vacunar a todos los niños. Ya no es del todo cierto que los niños no se infectan, que los niños no infectan, que los niños no se enferman, que los niños no se hospitalizan o que los niños no mueren.  A medida que las cifras de infección y enfermedad fueron aumentando en las comunidades, el iceberg pediátrico fue mostrando su terrible aparición. Y, ¿cuántos niños tienen que enfermar o morir para que entendamos que la vacunación no necesita otra justificación que ofrecerles la oportunidad de crecer?

En las comunidades donde los niños constituyen un número alto, la inmunidad de grupo o de rebaño, no se logra sin que ellos enfermen en grandes cifras o se vacunen en de forma universal.  La inmunidad de rebaño es un propósito de justicia social y quererla lograr solo con enfermos, necesita poco conocimiento de la epidemiología de la enfermedad y de la ciencia de la vacunación.

Mientras la vacunación en niños menores de 12 años se prueba segura y eficaz, la transmisión entre ellos o a ellos se disminuye con la vacunación de los adolescentes, con el uso universal de máscaras faciales en las escuelas y el uso de máscaras en niños mayores de 2 años que atienden guarderías o espacios públicos cerrados.  14/09/2021

 

[1] FDA: Emergency Use Authorization for Vaccines Explained. Vaccines Section 11/20/2020

[2] CDC. Morbidity and Mortality Weekly Report (MMWR): Monitoring Incidence of COVID-19 Cases, Hospitalizations, and Deaths, by Vaccination Status – 13 U.S. Jurisdictions, April 4-July 17,2021. Early Release/September 10, 2021

[3] CDC. Morbidity and Mortality Weekly Report (MMWR): Trends in COVID-19 Cases, Emergency Department Visits, and Hospital Admissions Among Children and Adolescents Aged 0-17Years – United States, August 2020-August 2021. September 10, 2021 / 70(36); 1249-1254

[4] CDC. Morbidity and Mortality Weekly Report (MMWR): Hospitalizations Associated with COVID-19 Among Children and Adolescents – COVID-NET, 14 States, March 1, 2020 – August 14, 2021. September 10, 2021 / 70(36); 1255-1260

 

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