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COVID-19 no ha desaparecido, es todavía una enfermedad global y una urgencia médica.  Ni la infección ni la enfermedad han desaparecido.  Con cada variante o subvariante es como una nueva infección que, para los vacunados, puede ser no enfermedad, no hospitalización, no muerte.  No vacunados adultos y no vacunados niños desde los 6 meses de edad siguen siendo de alto riesgo, aunque no tengan co-morbilidades.

Las investigaciones con 21,419 niños que se evaluaron para trastornos del neurodesarrollo durante la pandemia (de enero del 2020 a enero del 2021) se compararon con bebés nacidos antes de la pandemia (en los años 2015 al 2019).  El análisis de 8 estudios reveló que el desarrollo del cerebro a los 6 y 12 meses de edad no fue cambiado por COVID-19.

Sin embargo, las calificaciones con respecto a las habilidades de comunicación sí fueron inferiores que las calificaciones pre-pandemia.  El hecho de que las madres hubieran estado enfermas por COVID-19 en algún momento no cambió los resultados en sus niños, en ninguna de los componentes del neurodesarrollo evaluados, con una sola excepción, el desarrollo motor fino (habilidades motoras delicadas) fue 3.5 veces inferior en los niños del grupo de la pandemia.  Estos niños estuvieron expuestos a la infección por SARS-CoV-2 en el útero materno o se les hizo pesquiza por la infección en algún momento de la pandemia, fuera o no que estuvieron expuestos al virus. (Hessami K et al: JAMA Network Open. Maternal Fetal Care Center del Boston Children’s Hospital y laEescuela de Medicina de Harvard).

 

En los primeros 6 meses de vida se revelaron altos niveles de stress durante la pandemia por COVID-19, tanto en la madre como en el padre, que contribuyó a prácticas de crianza menos personales (respuesta emocional de las madres, menos intercambio recíproco entre padre/madre e hijo que está relacionado con lenguaje), lo que podría estar ligado a los resultados de las pruebas de habilidad motora fina.  Es importante considerar también una demora en la adquisición del lenguaje, que se conocería con estudios a más años de observación y evalución.

Siempre se puede aliviar la ansiedad de los padres en el hecho de que estos nîños pueden recuperar el tiempo de estímulos no recibidos, después del año de edad.  Es importante que los padres le hablen a estos niños, les lean cuentos, les canten y los alejen de las pantallas.

Es importante seguir a estos niños para reconocer o descubrir otros elementos del desarrollo que ahora no conocemos y que estarían dependiendo de severidad, duración, complicaciones de la enfermedad en las madres y a qué variantes y subvariantes estuvieron expuestas.

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