Call: +507 269-9874
Address: Consultorios Médicos Paitilla
  1. ¿Cuán robusta es la respuesta inmune de la enfermedad y la de la vacuna?

De su robustez dependerán la prevención de la infección, la severidad de la enfermedad, la hospitalización y la muerte.

 

La inmunidad natural, nos ha revelado que entre más severa es la infección, mejor es la respuesta inmunológica del individuo con anticuerpos neutralizantes (< 1% de las reinfecciones han ocurrido en individuos que sufrieron COVID-19 severo); si el huésped es inmunológicamente comprometido (trasplantados, diabéticos) su respuesta es nula o mala; si es competente, como lo es el más joven, o aquel sin co-morbilidades se producirá mejor respuesta antagónica. El interrogante válido, no se ha resuelto, ¿ese individuo joven y sin co-morbilidades, por sufrir una enfermedad leve o moderada, tendrá la oportunidad de producir niveles altos o superiores de anticuerpos neutralizantes?  Además, se ha observado que aquellos individuos que reciben una dosis de la vacuna después de haber sufrido la enfermedad, producen los niveles más altos de anticuerpos, más altos que los que producen solo por la enfermedad o solo por la vacuna completa de 2 dosis.

Con la enfermedad natural, los enfermos también han revelado niveles superiores de anticuerpos neutralizantes útiles para múltiples variantes o cepas el virus, que se conocen con las siglas en inglés como bNAB (Broadly Neutralizing Antibodies).

 

La inmunidad por vacunación produce una respuesta amplia y superior por originarse de una estimulación antigénica sistémica, que no se observa con la exposición a la enfermedad natural, a no ser que sea una enfermedad severa. Eso implica una amplia variedad de anticuerpos a todas las proteínas de la espiga, con lo que se logra (o logró) una respuesta inicial protectora superior al 90%. Esto ha cambiado con la omnipresencia de la variante delta y Pfizer ha reportado una eficacia protectora de 66%, pero infecciones severas, hospitalizaciones y muertes son muy bajas. Todos estos marcadores son de eficacia y son propósitos de la vacunación, contrario a lo que creen algunos, de que las vacunas son exclusivamente para no infectarse. Esta robusta respuesta que produce la vacuna, protege al vacunado, a las personas a su alrededor y a los sistemas de salud. Los números no son aún definitivos y deben consultar distintas variables, pero el riesgo de muerte por COVID-19 en no vacunados es hoy, con la variante delta predominante en las diferentes sociedades, hasta 11 veces superior que entre los no vacunados.

 

  1. ¿Por cuánto tiempo protege la inmunidad por enfermedad y la inmunidad por vacunación?

No lo sabemos, aunque conocemos factores que tienen que ver con esa respuesta.

Con la inmunidad natural, los niveles de bNAB declinan con el paso del tiempo, entre 6-12 meses. La reinfección es rara y con molestias moderadas. Su severidad depende de los niveles de bNAB que tenga el paciente, por lo que una reinfección indica bajos niveles de estos anticuerpos.  La duración de la reinfección se desconoce, pero está dictada por la variante que infecta, la edad del paciente, la presencia de co-morbilidades, y el estado de inmunosupresión o inmunocompetencia. Células B y T de memoria, permiten una protección a más largo plazo.

Con la inmunidad por vacunación, los niveles de bNAB declinan con el paso del tiempo también, y se calcula que duran entre 6-8 meses y estos títulos de anticuerpos se reducen según la variante que infecta y según factores propios del huésped.   Se han visto brotes con las variante delta, pero muy baja hospitalización o ninguna y no se han producido muertes en estos grupos de vacunados.  La protección a largo plazo no se conoce.  Es muy probable que se requieran refuerzos periódicos con la vacuna, como ocurre con otras enfermedades virales.  Esto será diferente para cada tipo de vacuna y ya se están autorizando dosis refuerzos. 26/09/2021

 

Leave a Reply

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.