- Jun 8, 2024
- Pedro Vargas
- Ciudadanía, La Prensa
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¿Cuántos muertos necesita la Autoridad de Tránsito y Transporte Terrestre (ATTT) para regular con firmeza y sin transacciones el uso de un patín eléctrico (scooter eléctrico) y motocicletas en las calles de la ciudad? ¿Cuántos huesos hay que romper, cuánta carne destrozar, cuánto sangre desbordar para empapar las calles?
Cada día conducir un auto apartándose de otros vehículos menores que se meten entre un auto y otro, que le cruzan por delante en ángulos rectos de 90 grados, que pasan por los lados sin vaselina entre dos autos, rozando la pintura de la carrocería y que se dan a la fuga entre la densidad automotriz y las calles aledañas, como las que transitamos, excavadas por la desidia y el robo de los presupuestos de la otra autoridad, la de Obras Públicas, con aceras rotas o vehículos inmóviles y descoloridos y destartalados, montados en ellas por bendición de una construcción o la arbitrariedad de quien bien conoce el carácter comercial de quienes deben multarlo. (El párrafo incansable obedece a la misma velocidad con que conducen estos mercaderes de la tragedia, cuyos cuerpos son el chasis de los vehículos que conducen).
Todas las mañanas en mi recorrido hacia mi trabajo, entre la molestia y hasta la rabia de ver tanto delito de conducción y tráfico y tanta oportunidad de atropellar a un transeúnte y causarle heridas serias y la muerte, como al mismo conductor de motocicleta o del patín eléctrico, o destrozar llantas, rines y suspensión al auto que conduzco, mientras trato de desviar al mismo tiempo el choque, el atropello y los cráteres del concreto corroído y vestido de alquitrán barato, me pregunto: ¿existe un reglamento para estos señores?, ¿existe un castigo innegociable para ellos?, ¿existe una autoridad?, ¿por qué todos los vemos y la policía no los ve?, ¿acaso no nos vigilan con cámaras en las calles?
Un conductor de motocicleta en los Estados Unidos tiene 28 veces más oportunidad de morir y 4 veces más, de salir seriamente lesionado en un accidente automotriz mientras la conduce, que quien conduce un auto. Ese conductor es el chasís de su vehículo y su protección es ínfima. Los accidentes de motocicletas constituyen el 14% de todas las muertes por accidentes de tráfico a pesar de que solamente un 3% de todos los vehículos registrados son motocicletas. Las colusiones de motocicletas son responsables del 17% de todas las fatalidades de sus ocupantes y 3% de los daños a los ocupantes de otros vehículos. Más de una tercera parte (34%) se asocian a la conducción a altas velocidades, una forma de manejo desordenado.
En el año 2022, en la República de Panamá, entre los conductores implicados en accidentes de tránsito, conductores de motocicletas y motonetas sumaron 2,741 de un total de 83,141 de estos conductores en todo el país, o un 3.3%. De ellos, 1,777 (64.8%) en la provincia de Panamá y 345 (12.6%) en Panamá Oeste. La provincia de Chiriquí siguió con 268 (9.8%) conductores de estos tipos de vehículos. Los casos fatales que resultaron de estos accidentes por tipo de conductores implicados fueron 40 (12.9%) para motocicletas y motonetas en todo el país. En la provincia de Panamá fueron 19 (47.5%) y en la provincia de Panamá Oeste fueron 14 (35.0%) las muertes producidas. La fuente de estos datos es el Departamento de Operaciones del Tránsito de la Policía Nacional.
La Contraloría General de la Nación revela que, en el año 2022, en el distrito de Panamá, las horas del día con mayores accidentes de tráfico son entre 10:00 am. y las 5:00 p.m, pero se inicia su ascenso entre las 6.00 a.m. y 7:00 a.m. y su descenso, después de las 7:00 pm, horas durante las cuales los conductores salen y llegan a sus hogares.
El manejo desordenado y las velocidades altas – “porque el trabajo lo exige”- tienen que ser causas de estos accidentes, porque en esas condiciones de trabajo y conducción, la distancia para detener a tiempo la motocicleta aumenta, y el control de la misma disminuye. Por el otro lado, solamente la ATTT puede darnos luz sobre otros elementos, p.ej. conducción bajo el efecto del alcohol, marihuana y otras drogas.
Esta mañana, en un trayecto ocupado por la Avenida Cincuentenario, me espantó la posibilidad de haber podido atropellar a una mujer joven en un patín eléctrico, ocupando uno de los carriles con la misma autoridad de un Ferrari o un Panamera, como si fuera un Renegade. Pensé en cómo habría quedado su cuerpo lanzado por el aire para caer espeso y duro en el pavimento, cuando, seguro, no estaba en sus planes minutos antes que iniciaba su camino a su trabajo. Y no había terminado de metabolizar el pensamiento horroroso entre mis neuronas temblorosas, cuando me cruzó una moto a toda velocidad, zigzagueando entre los carros, con un pasajero agarrando fuerte por detrás, la cintura de su conductor -¿novio, esposo o amigo?- dos veces su tamaño y su peso. Pensé, si fuera su novia, ¿cómo sigue con él?; si fuera su esposa, ¿cuándo lo divorciará?; si fuera su amiga, ¿así de descuidada es la amistad? Y, al lado de mi carril de conducción, una maquilladora facial conduciendo a 10 Km. por hora, mientras sus ojos cambian entre el espejo de los polvos faciales y la pantalla del celular, seguramente con una urgente llamada para decir: “Señora, dejó la lista de las legumbres y el pepino…” o “¿te enteraste…?”
El descuido del peatón suele ser considerado como la causa primaria de las muertes por atropello en los accidentes de tránsito en las ciudades. No estoy seguro de ello. Antes, están el conductor de un vehículo de cualquier tipo, entre ellos los motociclistas, que no respetan las líneas cebras, pintadas en la calle para el cruce seguro de peatones, aquellos que se colocan debajo del semáforo para salir primero con el cambio de luz, bloqueando el paso peatonal como la visibilidad de otros conductores para conocer si hay o no cruce de peatones, los que desconocen que cambiarse de carril de conducción cuando se acerca a un cruce de autos está prohibido y promueve accidentes, y la poca o ninguna cortesía del motociclista para dar el paso a los peatones, cortesía que sí demuestra el conductor de un vehículo de transporte público.
Lo que he descrito hoy, lo ve usted y lo veo yo todas las mañanas. Para mí, un calvario de conductor entre conductores de motocicletas, y sin ver alguno o ninguno de los tan amables policías del tránsito, quienes se protegen de la tormenta en las calles, guarecidos en quién sabe qué lugar del planeta. ¿Existe un reglamento sobre la conducción de motocicletas? Si existe, ¿quién vigila que se cumpla? Publicar estadísticas de accidentes vehiculares, los tipos de vehículos envueltos en tales accidentes y sus resultados y consecuencias tiene una buena dosis de docencia y debe hacerse. Publicado por el diario La Prensa de Panamá el viernes 7 de junio de 2024
El autor es médico pediatra y neonatólogo.