- Oct 16, 2021
- Pedro Vargas
- Ciudadanía, Cívica y Política, Cultura Democrática, Cultura Política, Derechos Humanos, Justicia, Matoneo, Proyecto de Ley
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“Cuando esta patria nuestra no es ya nuestra
Perdida por renuncia o por silencio
Hasta la voz del mar se torna exilio
Y la luz que nos cerca es como rejas”
Sophia de Mello Breyner Andresen
El atrio de las burlas es la pala que cava su tumba.
La participación ciudadana informada para conocer problemas comunes y constituirse en parte de la resolución de conflictos en toda sociedad libre, no solo es un deber sino un derecho. De otra forma, los valores democráticos se irán condicionando para su desaparición.
No ha sido el silencio ni la renuncia, como lo reclama en sus versos Sophia de Mello Breyner Andresen, lo que nos tiene aquí burlados, frente a las reformas al Código Electoral que presentara la ciudadanía, a través de la Comisión Nacional de Reformas Electorales, a la consideración de los poderes del Estado, sino el desprecio del órgano legislativo, por no solamente un trabajo ampliamente discutido, crítico y estrictamente democrático, que liderara el Comité de tales reformas, sino por uno donde ella, la Asamblea Legislativa, también en su momento tuvo representación, voz y voto.
Los legisladores alcanzan sus privilegios para servir no para servirse, con el voto popular, no pocas veces manipulado, incluso en las escalinatas de instituciones que han jurado respeto a la Constitución. Ese origen espurio sigue manifestándose a todo lo largo del mandato obtenido y entonces, protegido por privilegios y ventajas que los ponen por encima del resto de los ciudadanos y les confiere no solo inmunidad, sino también impunidad. Las reformas propuestas tienen como propósito bloquear esos ignominiosos y tortuosos caminos, sello del pandillerismo y matoneo políticos, que se hacen desde las dirigencias de los partidos y, nunca, desde las mesas de votación.
Si “esta patria nuestra no es ya nuestra”, escojamos las rejas y no el exilio. 16/10/2021