- May 18, 2024
- Pedro Vargas
- Ciudadanía, Cívica y Política, La Prensa
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Tengo que confesar que llegué a creerme inmune a la vulgaridad de algunos políticos, quizás por aquello de que entendía que su lenguaje lo aprendieron en casas y no en hogares, en la calle y cantinas y no en las escuelas y el trabajo. Desatendí el hecho de que eso es lo más frecuente en las llamadas familias que tanto defienden los que las descomponen con sus diversas agendas contra los Derechos Humanos. Sin embargo, me pareció soez ponerse una camiseta que dijera “yo voto por el ladrón, ¡y qué!”. Ese grado de inmoralidad es el grado de vulgaridad de alguno que aspira a engañar a su electorado, es la participación confesa con el delito, es la complicidad con el robo y el asalto a la confianza, a la propiedad ajena y al empobrecimiento de los más pobres.
Lo que le viene al presidente electo, José Raúl Mulino, no es nada agradable. No es 1 de julio de 2009. Será 1 de julio de 2024, con huestes hambrientas de venganza y cargos. Desagradable es la posibilidad de petardearle su mandato desde una hamaca. Y, las enseñanzas de su cuna, que están muy lejos de las de aquel individuo que nos dio una garnatada vistiendo tal camiseta el 5 de mayo último, deben prevalecer. Firmeza y voluntad de corregir el equivocado rumbo señalado a los pueblos por los delincuentes de la política serán necesarios, no importa de dónde vengan, incluso si ha sido generado por los propios seguidores o mentor.
El deterioro de la sociedad panameña, y me refiero como sociedad, no a la elitista, sino a la comunidad panameña, el todo de la nación, es el resultado del abandono del civismo, la educación, la decencia y el ejemplo; por el abrazo al “juega vivo” y a la vulgaridad, al insaciable erotismo del dinero y el poder, como formas de relacionarse con las personas, que se las vapulea no importa de dónde provengan, en el marco de un país de atropellada corrupción generalizada, de profundas desigualdades sociales y económicas, y de deshonrosas disparidades higiénicas y educativas, discriminaciones todas, que rayan en la inmoralidad.
No han pasado siquiera 15 días del claro mensaje del electorado panameño contra las bajezas de sus últimos funcionarios de elección y funcionarios escogidos para la administración del país, cuando ya se empiezan a reunir cabildos con ignominiosos propósitos para revertir leyes que ordenan la sociedad, desatender resultados de la justicia y empoderarse de oficinas y cargos sensibles que burlarían el sentimiento profundo contra el delito de corrupción e impunidad, que se hizo valer en las urnas. Si las últimas semanas electorales fueron horribles en injurias, falsedades, vulgaridades y mentiras, lo que viene es fuerte y feo, nace de un útero que sangra con los desechos que no pudieron dar vida a un proyecto diabólico.
Es de un atrevimiento sin parangón sugerir siquiera, que la próxima Asamblea de Diputados sea presidida por una persona que representa los más oscuros intereses de un delincuente juzgado y prófugo, que sigue burlándose de todas las instituciones del país. Es, además, ponerle una cáscara de banano o una camisa de fuerza al presidente de la República para que contradiga, si él mismo se lo permite, su discurso de aceptación de las credenciales como presidente electo. Aquí estará la primera prueba de quién dirigirá las decisiones del Ejecutivo panameño y ahora es el momento para que pretensiones ajenas conozcan verticalidad, vigor y entereza de parte de ese futuro Ejecutivo.
Que no se juegue con conceptos claros y preciosos, como la separación de poderes, de la misma forma que se ha jugado y se sigue jugando con el concepto del asilo político. La hamaca nicaragüense puede correr la misma suerte que el sarape mexicano. Que no se ignore el mandato que se transfiere, no de la superada narrativa de obreros contra capitalistas, sino de la opción de ciudadanos contra corruptos.
Los veinte diputados independientes que desplazaron figuras no solo desgastadas sino asociadas con una pobrísima y hasta deshonrosa función legislativa, en el quinquenio que finaliza, saben que su alianza es con quienes los eligieron y, quienes los eligieron, hablaron alto y claro contra la forma de legislar y gobernar, recientes. Esa fuerza consolidada en principios y amor a la Patria, sigue pendiente y, seguro, responderá prontamente al llamado que le hagan sus legisladores para mostrar, otra vez, la fuerza del voto y la convicción de hacerlo respetar. Las banderas que danzaron en las calles contra la minería estarán escoltando el Palacio de Justo Arosemena. Los jóvenes que las esgrimieron entonces, volverán a levantarlas altas y gloriosas. Remolinos de vientos de semillas abiertas y pétalos cual filos en la poda de olas y tormentas, refrescarán el cálido ambiente postelectoral. Publicado por el diario La Prensa de Panamá, el 17 de mayo de 2024
El autor es médico pediatra y neonatólogo.
MIA
19 mayo, 2024 at 7:27 amSin palabras! Que estupenda descripcion de lo que es, de lo que sentimos y de lo que no se ve!
Marisabel
19 mayo, 2024 at 7:29 amComment