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La reapertura de la enseñanza presencial o reapertura escolar es otra arista sobre manejo de variados aspectos durante la pandemia que divide las opiniones.  Entre escuelas públicas y privadas, facilidades higiénicas vs aprendizaje, salud integral vs salud mental, el debate solo sube de temperatura.

Encomiable el interés en que los niños vuelvan a las escuelas.  Ojalá todos los niños, los ricos y los pobres.  Tan encomiable como que vuelvan a socializar, a aprender mientras socializan; a divertirse, a aprender mientras se divierten.  Todo esto, nadie lo oculta, indispensable para un normal desarrollo cognitivo y la preservación de la salud mental, que, requiere también del cuidado responsable de la salud física.  Hasta aquí, todos debemos estar de acuerdo.

 

Pero esto no es a raja tabla.  Frente a una pandemia por un agente infeccioso de altísima contagiosidad y nada despreciable agresividad, el conocimiento, el cumplimiento y la prudencia deben imperar.

 

Es impostergable reconocer la importancia de observar el comportamiento de la infección en la comunidad, que es factor olvidado cuando se analizan las condiciones para reabrir o para cerrar, no solo las escuelas, sino todo lugar donde se reúnan personas. Por ejemplo,

 

  • se ha calculado en el Reino Unido que, por cada 5 casos adicionales por cada 100,000 habitantes en la incidencia de COVID-19 de una región, el riesgo de un brote escolar se aumenta en 72%.[1]
  • el CDC sugiere que solo cuando la transmisión comunitaria está por debajo del 5% en los 7 días anteriores es cuando se debe permitir la reapertura de las escuelas[2]

 

Si las escuelas son un espejo de la comunidad, cierto es que ellas no son las que hacen las estadísticas de la infección en la comunidad.

 

  • Sí es cierto que los niños constituyen un porcentaje inferior al de los adultos en las estadísticas de infección, contagio, enfermedad, hospitalización y muerte[3], pero también se infectan, se enferman, contagian aún no teniendo síntomas, se hospitalizan y pueden morir. En EU los niños constituyen menos del 10% de todos los casos de COVID, entre los 5-17 años de edad, suelen ser asintomáticos en una proporción superior a la de los adultos, o tienen síntomas leves e inespecíficos.[4]

 

  • Comorbilidades también constituyen un riesgo mayor en niños para enfermedad seria, hospitalización y muerte[5]

 

  • También es cierto que no es un asunto solamente de estadísticas, pero que de si eso se trata, esos porcentajes aumentarán en la medida que las cifras en la comunidad en general aumentan.

 

  • Sí es cierto hoy, no lo fue ayer y no necesariamente lo será mañana, que los niños son infectados por los adultos en sus casas[6], o por los jóvenes y adolescentes, y no que los niños son fuente prioritaria e importante de infección en los adultos. Tampoco conocemos ciertamente de la contagiosidad de niño a niño. Por otro lado, la contagiosidad no es un asunto de estaturas ni de alturas.  Se trata de la carga viral que logran hacer en las vías respiratorias y parece ser que ésta es inferior en los niños que en los adultos o en los jóvenes y adolescentes.

 

  • Es imprescindible que los padres de familia sean responsables a la hora de enviar sus hijos pequeños a las escuelas y no las conciban como guarderías

 

  • Niños con fiebre, mocos, tos, diarrea, dolor de cabeza no deben llegar a la escuela y sus padres deben reportarlo inmediatamente a la dirección de la escuela

 

  • Los niños que pueden por su edad atender las clases presenciales tiene que usar máscara facial de tela, tener acceso a agua potable para el lavado frecuente de las manos y por 20 segundos (por lo que requieren atención por un adulto), guardar la distancia mínima de 2m tanto en las filas como en los pupitres escolares.  Y con respecto a esta recomendación primigenia, un estudio publicado hace unos días (Clinical Infectious Diseases, ciab230, https://doi.org/10.1093/cid/ciab230)sugiere que el distanciamiento físico puede ser menor de los 2 metros, siempre y cuando todos usen máscara facial durante todo el tiempo.

 

  • La limpieza de los salones, pupitres, y todos los enseres que utilizarán los niños debe ser rigurosa

 

  • La ventilación de los salones de clases debe ser óptima y de ventanas abiertas

 

  • Debe existir un método eficiente para lograr la trazabilidad inmediata de los casos y sus contactos

 

  • Los maestros y el personal administrativo y de limpieza y vigilancia de la escuela debe estar vacunado contra COVID-19

 

 

¿Ha pensado alguien en un sistema de pesquisa liderado por las escuelas, mediante la obtención científica de datos esenciales para su posterior o, mejor, simultáneo análisis, cuando se reanude la educación presencial, y que sea un instrumento objetivo para re-evaluar los diseños y mejorar la toma de decisiones?   Saquemos ventaja a la ciencia.

 

Alguien ya me ha dicho: “Doctor, así no se va a abrir una escuela más nunca”.  Ojalá no sea cierto.  Ya lo ha dicho la Academia Americana de Pediatría en innumerables ocasiones: “Nuestra data indica que las escuelas pueden reabrir sin riesgos si ellas desarrollan y se adhieren a políticas de prevención contra el SARS-CoV-2“.  El interés encomiable es que todas las escuelas que hoy quieren abrir para permitir las clases presenciales, estén así preparadas.  El interés de los pediatras es vigilar que la salud de los niños se proteja mientras se protege su desarrollo.  Esos 2 intereses no son excluyentes y tienen que ir parejos en las posturas pediátricas. 14/3/2021

 

[1] Ismail SA, Saliba V, Lopez Bernal J, et al. SARS-CoV-2 infection and transmission in educational settings: a prospective, cross-sectional analysis of infection clusters and outbreaks in England. Lancet Infect Dis. 2020;S1473–3099(20)30882-3

[2] CDC. COVID-19 Schools and Child Care Programs. Plan, Prepare, and Respond.  Update Mar, 12, 2021

[3] Viner RM, Mytton OT, Bonell C, et al. Susceptibility to SARS-CoV-2 Infection Among Children and Adolescenets Compared With Adults: A Systematic Review and Meta-analysis. JAMA Pediatr. 2020;e204573.

[4] CDC. COVID-19. Science Brief: Transmission of SARS-CoV-2 in K-12 Schools. Updated Feb. 12, 2021

[5] Leeb RT, Price S, Sliwa S, et al: COVID-19 TRENDS AMONG SCHOOL-AGED CHILDREN -United States, March 1 – September 19, 2020.  MMWR Morb Mortal Wkly Rep. 2020;69(39): 14100-1415. Published 2020 Oct 2. Doi:10.15585/mmwr.mm6939e2

[6] Zhu Y, Bloxham CJ, Hulme KD, et al. A meta-analysis on the role of children in SAARS-CoV-2 in household transmission clusters. Clin Infect Dis. 2020;ciaa1825

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