- Nov 16, 2015
- Pedro Vargas
- Alimentación, Bebes, Leches, Padres
- 0 Comments
Apenas el recién nacido sale del hospital donde nació, se desarrolla una ansiedad en sus padres frente a cualquier «queja» suya o llanto. Y, siempre hay alguien cerca al auxilio: «tiene cólicos», hay que darle esto y esto (prefiero no enunciar cada receta doméstica).
Suelo decirle a las madres, «si el embarazo durara 12 meses, en lugar de 9, los niños no tendrían cólicos. Una forma sencilla de anunciarle que el asunto es uno de inmadurez gastrointestinal.
Investigadores de la Universidad de Vanderbilt en Tennessee y la Mead Johnson Nutrition acaban de publicar un ensayo clínico al azar, doblemente ciego y controlado (Sherman AL, Anderson JA, Rudolf CD, et al: Lactose-free milk or soy-based formulas do not improve caregivers’ distress or perceptions of difficult infant behavior. J Pediatr Gastroenterol Nutr. 2015;61:119-129) para determinar si el cambio de la leche de vaca regular (maternizada) por una leche similar pero sin lactosa o por una leche de soya sin lactosa, conviene y ayuda al niño con cólicos y otras molestias gastrointestinales como: irritabilidad, flatulencia, llanto, tensión del abdomen, diarrea.
Se admitieron infantes entre 2 y 12 semanas de vida que tenía, por lo menos 5 días de estar tomando exclusivamente una leche de vaca maternizada y con síntomas de molestias gastrointestinales de preocupación prioritaria para quienes los cuidaban. Al azar se distribuyeron en 3 grupos, basados en el tipo de fórmula de leche que se les daría:
- Grupo 1, leche de vaca libre de lactosa
- Grupo 2, leche de soya libre de lactosa
- Grupo 3, leche de vaca regular
Cada bebé en los 3 grupos fueron exclusivamente alimentados con la fórmula correspondiente y por 14 días.
A quienes los cuidaban se le dieron cuestionarios antes y después de exponerlos a las fórmulas correspondientes y validados sobre las dificultades del comportamiento descritas entre los niños (Cuestionario de las Características de los niños) y las molestias producidas en estas personas que los cuidaban (Cuestionario de Eficacia Materna) como su grado de satisfacción con los resultados obtenidos con la alimentación de las 3 fórmulas utilizadas.
Resultados:
- no se encontró diferencia significativa entre ninguno de los 3 grupos para los resultados descritos por las personas que cuidaban a los niños con respecto a sus molestias gastrointestinales y el grado de ansiedad producido en ellas
Los autores sugieren que estas molestias frecuentes y regulares del comportamiento de los infantes en esta edad se relacionan con el desarrollo de los niños más que con problemas gastrointestinales o de alimentación.
Hay otras aristas, que he tocado aquí anteriormente: (1) el comportamiento de bebés alimentados con la leche del pecho materno, y (2) la confusión entre alergia a la leche e intolerancia a la leche y que solo resumiré ahora.
Comencemos por la arista 2:
En Medicina los términos no son equivalentes. Aunque en español, ser intolerante no significa a qué, en Medicina, la intolerancia a la leche se refiere a la no tolerancia a la lactosa, «el azúcar de la leche»; y, la alergia, se refiere a la no tolerancia a la proteína de la leche, usualmente a la caseína. Como el término no tolerancia es amplio, la confusión es propia y frecuente. Yo prefiero referirme a la intolerancia a la lactosa y la alergia a la caseína. Sus síntomas revelan molestia, dolor, flatulencia y hasta cambios inflamatorios, con sangre en las heces. El sangrado, aunque no limitado a la alergia a la caseína, es parte importante de ella. La flatulencia y la urgencia para defecar ruidosamente, es sugestivo de la intolerancia a la lactosa.
Con respecto al comportamiento de los bebés alimentados con la leche del pecho materno, hay un informe reciente del CDC (Center of Disease Control) de los EEUU (CDC, Division of Nutrition. Physical Activity and Obesity. Breastfeeding Report Card, 2014, disponible en: http://www.cdc.gov/breastfeeding/pdf/2014breastfeedingreportcard.pdf.) que arroja los siguientes hallazgos:
- en los EEUU 77% de los recién nacidos se les inicia su alimentación con leche materna
- a los 6 meses de vida, solamente un 49% continúan alimentados con leche del pecho materno
- esto implica que entre 23% y 51% de los niños entre 0-6 meses de edad se alimentan con fórmulas artificiales de leche de vaca
- problemas como irritabilidad, quejas, llantos, cólicos son frecuentes en las primeras semanas de vida
- en las primeras 2 semanas de vida, un 16% de niños alimentados del pecho materno y un 43% de niños alimentados con leche de vaca presentan cambios del comportamiento como cólicos e irritabilidad
- hacia la 6a. semana de vida los cólicos se presentan en un 31% de niños al pecho y en un 12% de niños con leche de vaca
Hagámonos una pregunta: si la leche materna es muy rica en lactosa, incluso más que la leche de vaca, ¿por qué el bebé recién nacido tolera mucho mejor la leche materna?
En otras palabras, el cambio de fórmulas como respuesta a los cambios del comportamiento del bebé en las primeras semanas de vida debe ser considerado innecesario por los pediatras y los padres, dar suficiente apoyo e información a estos y aconsejarles tener paciencia porque toda esa molestia pasará.
Desde medicamentos contra la formación de gas en el intestino, pasando por probióticos y terminando con anís estrellado y compuestos sedantes a base de fenobarbital, los padres ansiosos y las nanas expertas solo logran «medicalizar» un fenómeno del desarrollo humano, que tiene sus días contados, sin hacer consideraciones a los daños potenciales de algunos de estos «medicamentos para los cólicos».