Todos los días se leen opiniones contundentes de «Raymundo y todo el mundo» sobre todos los asuntos posibles con respecto a la pandemia de COVID-19. Hoy todos somos investigadores, biólogos surtidos de conocimientos y médicos probados, expertos en enfermedades infecciosas e inmunológicas, y nos sentimos con una autoridad incuestionable no solo para afirmar sino para llenar el espacio con preguntas ya respondidas, preguntas que nadie puede responder aún y, preguntas que no merecen ni divulgarse. Curioso es ver un número incontable de intervenciones por YouTube o grabaciones domésticas, filmaciones dramáticas y escenarios dantescos con un médico detrás o delante de la noticia.
Sin embargo, esto no significa y quizás por todo esto, que no se deba hacer un esfuerzo por aclarar situaciones que pertenecen a un origen válido, aunque su prevalencia sugiera deseos de mantener el agobio, la ansiedad, la incertidumbre adueñándose del espíritu de las gentes. Pero lo más importante hoy es aceptar que no conocemos todo sobre COVID-19 y sobre SARS-CoV-2, que hay mucho, quizás mucho, por conocer, y que si mañana la información mejorada corrige algo que hoy aceptamos válido, no es sino porque ese es el comportamiento de la Ciencia: abre un interrogante con otro y nunca cierra la búsqueda.
Hoy, el NEJM (New England Journal of Medicine), la revista científica por excelencia en el mundo de la Medicina clínica actual, trae una serie de publicaciones que vale la pena conocer para que nos inquiete menos aquello de que no podemos no podemos tomar ciertos antihipertensivos. Esto se aplica a esa tendencia hoy de continuar diseminando que no podemos tomar ibuprofeno pero sí podemos autorecetarnos con hidroxicloroquina y azitromicina, ivermectina y gamaglobulina, o inyectarnos cuantas veces sea necesario con la vacuna contra la tuberculosis. Los dejo en buenas manos:
Mehra MR et al: May 1, 2020. DOI: 10.1056/NEJMoa2007621
Hecho:
el COVID-19 afecta de forma desproporcionada a personas con enfermedad cardiovascular
Preocupación:
potencial daño del uso de los inhibidores de la ACE (enzima convertidora de angiotensina) y los ARBs (bloqueadores de los receptores de angiotensina)
Método:
Estudio observacional de 169 hospitales en Asia, Europa y Norte América
Conclusión:
- En efecto, enfermedad cardiovascular en pacientes con COVID-10 están a mayor riesgo de morir en el hospital durante la enfermedad
- No se pudo confirmar los temores de daño potencial al asociar las muertes hospitalarias por Covid-19 en pacientes que reciben ACE o ARBs.
Mancia G et al: May 1, 2020. DOI: 10.1056/NEJMoa2006923
Hecho:
La asociación potencial entre el uso de ARBs y ACE y el riesgo enfermedad por COVID-19 no ha sido bien estudiado
Método:
Estudio de caso controlado basado en una población en la región de Lombardía, Italia, en 6,272 pacientes infectados con SARS-CoV-2 y un control de 30,759 beneficiarios del Sistema Regional de Salud y comparado por edad, sexo y municipalidad de residencia
Conclusión:
El uso de inhibidores de ACE y de ARBs fue más frecuente en este estudio entre aquellos pacientes con COVID-19 por su alta prevalencia de enfermedad cardiovascular. Sin embargo, no hubo evidencia alguna de que los inhibidores de ACE o los ARBs afectaran el riesgo de COVID-19.
Reynolds HR et al: May 1, 2020. DOI: 10.1056/NEJMoa2008975
Hecho:
Existe preocupación por un aumento del potencial riesgo relacionado con medicamentos que actúan sobre el sistema renina-angiotensina-aldosterona en pacientes expuestos a COVID-19 porque el receptor viral es la ACE2 (enzima 2 convertidora de angiotensina)
Método:
Se evaluó la relación entre tratamiento previo con inhibidores de ACE, bloqueadores de receptores de angiotensina, bloqueadores beta, bloqueadores de canales de calcio o diuréticos tipo tiazidas y la posibilidad de un resultado positivo o negativo de la prueba de COVID-19, como la posibilidad de una enfermedad severa entre los pacientes positivos. Entonces se compararon de forma total como en aquellos con hipertensión arterial, los resultados en pacientes tratados con estos medicamentos con los de pacientes que nunca fueron tratados con ellos.
Conclusión:
No se encontró un aumento substancial de una prueba positiva para COVID-19 o para el riesgo de enfermedad severa entre los pacientes enfermos por la asociación del luso de estas 5 clases de medicamentos antihipertensivos.
La información de estos estudios podría ser suficiente para que se continúe la recomendación de que los pacientes no descontinúen el uso de estos medicamentos por la preocupación de que (1) aumenten los riesgos de adquirir el COVID-19, y (2) el riesgo aumentado de padecer la enfermedad severa y hasta la muerte, durante la pandemia actual.