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El cuidado médico también es víctima de la falta de confianza del paciente en los médicos y las instituciones médicas, en la Medicina y en la Ciencia.  Si esa desconfianza ha sido bien ganada o ha sido creada con propósitos obscuros, sacándole ventaja a la incertidumbre, el miedo y la vulnerabilidad del paciente, el efecto sobre la atención humanitaria y basada en evidencia es el mismo: un deterioro de la relación médico:paciente.  Esta característica en la ecuación de la atención de la salud perjudica al paciente. Armar la desconfianza y la incertidumbre es un instrumento falaz pero eficaz de grupos con agendas políticas, religiosas y hasta médico gremiales, de talante despreciable.

 

La desinformación ocurre de una u otra forma, asociada a una tecnología de divulgación muy rápida y pronta, expansiva e imparable.  Las redes sociales son el vehículo de tales proyectos nocivos y mal intencionados. El público desconoce cómo se hace ciencia, qué mueve y caracteriza el espíritu y la mentalidad de los hombres y mujeres de ciencia.  Por eso entiende poco sobre la abundante y constante información científica que se arroja casi cada día sobre esta enfermedad nueva y universal. Entiende poco que, esta información se mejora o confirma, se renueva o reemplaza, se revisa y se reproduce antes de ser conceptualizada como tesis, y, frente a la terapéutica, antes de que se adopte un medicamento, probada su evidencia de seguridad y eficacia.  Pero también y desagradable, hay una forma de actitud por injertar dudas sobre la integridad de los médicos y la ciencia, por crear una brecha, sin contactos, entre clínicos e investigadores, y, por ende, sobre los resultados de sus trabajos.

 

Se crean logias o grupos con objetivos específicos, crecen legiones como ejércitos que se hacen de poderosas armas de comunicación y divulgación, se siembra duda y hasta odios, para cosechar casi inmediatamente enfermedad y muerte. Es el caso puntual de los grupos anti vacunas que, a su paso crean otros grupos vulnerables por ignorancia y desinformación que también rechazan las vacunas, incluso para sus seres más queridos, sus hijos.  La enfermedad y la muerte entre los niños son el trofeo que no tiemblan en lucir los teóricos de conspiración contra las vacunas y contra la vacunación. Son tan incisivos estos grupos, que no importa que cada falsedad haya sido contrastada y negada, que encuentran la forma de repetir hasta el cansancio cada mentira y cada fabricación.

 

Ya aparecieron frente a los esfuerzos por producir vacunas contra COVID-19.  No importa cuán absurdas sean sus teorías de conspiración, y entre más absurdas más adeptos, que la inteligencia humana, el sentido común y el de sobrevivencia ceden a sus afirmaciones escandalosas y manipuladas.  En las más obscenas de las ocasiones, hay otro elemento, ideológico o político, no solo desagradable sino detestable, como es el deseo propuesto de hacer daño al autor de una tesis porque no comparto otros aspectos de su personalidad. Lo hemos visto y lo vemos en varias regiones del mundo, contra las personalidades científicas de una trayectoria reconocida por sus pares, pero inconvenientes para los políticos como para los teóricos y creadores de conspiraciones.

 

Es importante que señalemos que los médicos todavía gozan de la confianza de sus pacientes como de sus comunidades, cuya probada relación y confidencia es de años y de hechos. Pero, si la confianza, para algunos, es una relación contractual: yo confío en ti, en tanto tú confías en mí; o, yo confío en ti, en cuanto tú me confías; hay otros que consideran que la confianza es un asunto de actitud más que de un contrato.  Y la actitud es vulnerable.

 

Tanto la relación contractual como la actitud para el desarrollo de la confianza o la desconfianza se dan en la vida cotidiana y tienen valides.  Es claro que, si yo confío, y que además mi actitud de confiar es confiable, esto no quiere decir nada o poco sobre la confianza del otro hacia mí, y, ni siquiera, que el otro sea confiable o no.  Solamente dice de mi actitud de confiar, que nutre o no la confianza.  Esta posibilidad de posturas no contradice la desconfianza, aunque confianza y desconfianza sean contrarias.  La desconfianza es ausencia de fe, o hasta falta de credibilidad y una actitud de desconfianza se da cuando no existe una actitud de confianza.

 

La ausencia de ciencia en Medicina, tarde o temprano, creará desconfianza. No solo se produce falsa ciencia con la falsificación de data y resultados en las investigaciones, se produce también con la incongruencia de las conclusiones y los diseños de ensayos, cuando se cuestionan hechos probados y validados, o cuando se especula o se traslada un resultado en tubo de ensayo a una situación clínica no ensayada.  El médico ha sido entrenado para descubrir todo esto.  La gente de la calle no.  La desconfianza la crean médicos o gente de la calle, la ciencia contrasta sus resultados, los teóricos de conspiración y desinformación no.

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