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Contrario a opiniones ligeras y atrevidas, divulgadas sin vergüenza de su sorprendente falencia de conocimiento del tema y que además revelan que no superan las básicas lecciones de la Biología de la escuela secundaria, se hace necesario educar sobre brotes de infecciones por temporadas.

Primero decir que todos los años hay brotes de enfermedades infecciosas, generalmente de origen viral, que coinciden con las temporadas de lluvia en todas las regiones del mundo. Estos patrones de comportamiento de las infecciones se conocen desde Hipócrates y están ligados también a la susceptibilidad individual y colectiva de las poblaciones y sus comportamientos.

Repito, todas las enfermedades infecciosas tienen sus temporadas, algunas anuales o más de una vez cada año, otras más espaciadas. La circulación de los virus en épocas precisas del año es tan predecible como la circulación en los aeropuertos de ciudades invernales, de pasajeros ávidos del calor y de las playas; y, en las ciudades calientes, la de pasajeros ávidos por irse a montañas nevadas, para esquiar o practicar otros deportes invernales.

La gente pulula, vale la metáfora que infecta los extensos espacios de los aeropuertos.

Dice Auda Fares que muchas enfermedades infecciosas florecen cuando el clima es frío y la gente habita residencias cerradas, y disminuyen con los climas cálidos, que permiten salir fuera de las casas, abrir ventanas y puertas, y mejorar la ventilación de ellas.

Las temporadas del flu o influenza, por ejemplo, están reguladas por factores del ambiente como la temperatura y la humedad; las de enfermedades transmisibles por vectores como los mosquitos, el dengue o la fiebre amarilla, por factores ambientales que favorecen la proliferación de los mosquitos; las escuelas de la primera infancia o, incluso, de grados superiores, por el hacinamiento que facilita el contacto cercano por varias horas y la escasa, si alguna, disposición de agua y toallas desechables para el lavado de las manos, como es el caso con brotes de varicela, sarampión y enfermedades de coronavirus.

Interesante es la especulación antiquísima de una relación de susceptibilidad a infecciones y niveles fluctuantes de la vitamina D, según la duración de la luz del día.

Ninguno de estos conocimientos y hechos, no opiniones, resulta de una conspiración, solo son el resultado de la ciencia que se plantea hipótesis para contestar las preguntas que confirman o desechan tales cuestionamientos.

Nada de esto es una fabricación de la industria de biológicos ni contubernio malicioso entre ella y académicos o investigadores médicos, para su enriquecimiento.

No se puede negar absolutamente que haya mentes diabólicas –también la pandemia del covid-19 nos ha dado la oportunidad de conocer algunas- que sí les interesa hacer daño y hasta enriquecerse mientras burlan la esperanza y confianza de desesperados seres humanos, por conocer medidas de protección o curación contra las enfermedades.

Los mismos que se oponen a las vacunas y la vacunación, a abandonar el uso no probado de menjurjes y medicinas para otros usos.

Hace unos días, el decano fundador y director de la Escuela de Medicina Tropical del Colegio de Medicina de la Universidad de Baylor en Houston, Dr. Peter Hotez, había sido invitado por el podcaster Joe Rogan, para que debatiera conocimientos de la ciencia y la pandemia de covid-19 con Robert F. Kennedy Jr., conocido fabulista en estos temas.

El Dr. Hotez se había sumado a la crítica a Rogan por la forma como aquel manejó desinformación en un podcast, sobre la vacuna contra covid-19. El rechazo para tal despropósito le dio gasolina a la maquinaria incendiaria de Rogan, de los antivacunas y de los millonarios que sostienen esta vagabundería, que lucieron toda clase de improperios y mentiras contra el reconocido y respetado inmunólogo, Dr. Peter Hotez, forma como el dinero compra obscenidad.

Hoy, una reciente tragedia puntualiza lo absurdo de los pasatiempos de millonarios como Elon Musk y Bill Ackman, y demuestra cómo un millonario puede producir la muerte de muchas personas desprevenidas, desconocedores y curiosos por las grandiosas ofertas.

Lo cierto es que el dr. Hotez -virólogo molecular y microbiólogo que ha enfrentado las mentiras contra las vacunas para la covid-19- concluyó que no tiene sentido participar de debates con “gente que tiene un encendedor para prender fuego”, y estoy de acuerdo.

Estos grupos se preparan para denigrar a la persona, deslegitimar la evidencia y pisotear la verdad. Para ello, interrumpen al invitado, le tergiversan sus palabras y los resultados y conclusiones de estudios de probada veracidad y evidencia, se abrazan de medias verdades y grandes mentiras, confabulan y demuestran cero interés, respeto y cuidado por las personas que los escuchan.

Manejan una agenda elaborada allende sus límites, incluso sus límites cognitivos, y tienen todo un eficiente equipo de divulgación en todos los continentes que avanza como las terribles olas del mar enfurecido, en olas gigantes y hambrientas de destrucción.

Ningún médico se debe prestar para estas emboscadas. Los antivaxers, además de divertirse haciendo daño, buscan prominencia y publicidad. ¿Para qué darle oportunidad a lo mediocre?

El profesional médico que cae en la trampa se reduce a la escasa estatura de los enanos que lo fustigan. Hay mejores lugares donde debatir sobre medicina, ciencia y vacunas.   Publicado por el diario La Prensa, de Panamá, el viernes 30 de junio de 2023

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