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Para muchos padres, existe el temor de que las fórmulas de leche de vaca para la alimentación durante el primer año de vida o más tarde de sus hijos, procedan de animales que reciben estrógenos y  hormona de crecimiento.  Igual les preocupa la presencia de pesticidas en los productos de la alimentación de sólidos. Por ello, recurren a la bien lograda campaña de los productos orgánicos, la leche del 1er. año de vida incluida.

 

Todo padre debe conocer que los niños están transcurriendo por etapas de su crecimiento y desarrollo con distintas necesidades nutricionales, por lo que una leche de los 15 meses no es la leche para los 3 meses y viceversa.  En los EEUU se reciben reportes periódicos de enfermedad y muerte en niños o bebés que reciben fórmulas cuya seguridad y valor nutritivo no ha sido investigado ni aprobado por la Oficina de Alimentos y Drogas.  No todos estos productos pasan por la revisión de esta Oficina y se venden a través de Amazon, eBay, Facebook.  Incluso, algunos de los productos lácteos para los infantes, en la forma líquida, no siguen los requisitos para el agua utilizada, como los describe y exige la Agencia de Protección Ambiental de los EEUU.

 

En una sociedad consumista como la nuestra, si no das una fórmula “extranjera” o importada “no estás en nada”.  Repito que los riesgos a la salud del niño que crece y se desarrolla con el uso de fórmulas importadas que no han sido evaluadas por organismos apropiados,  son altos.  Para muestra un botón: En el 2008[1], 300,000 niños chinos enfermaron con litiasis renal (cálculos en los riñones) y falla renal aguda.  Seis niños murieron.  Se descubrió que a las leches que esos niños tomaron se les había agregado melamina, utilizada para “diluir” la leche entera y “mejorar” el contenido de proteínas. Estas leches se distribuyeron a muchas partes del mundo.  Veinte y dos (22) industrias de fórmulas para bebés le habían agregado melamina a sus productos en polvo[2].

 

Una advertencia importante con respecto al uso de leche orgánicaes que toda leche debe ser pasteurizada. El riesgo de infecciones por Salmonella, E. coli, Listeria, Campylobacter yBrucellaes importante cuando se ingiere leche no pasteurizada.  Y más importante, la composición de esas leches tiene que ser comparable con la recomendada por expertos en nutrición, y no solo en mercadeo. Otras leches que se mercadean con un éxito sin parangón son las leches de cabra, por ejemplo.  Volvemos a alertar el hecho de que leches no pasteurizadas –el caso hace uno años de Sammy’s milk[3]- agregan un riesgo de enfermedad o pobre salud más a leches que no cumplen en su composición con los requerimientos del niño que crece.

 

La mayor diferencia entre las fórmulas regulares del 1er. año de vida está en su contenido de proteínas, azúcares y grasas.  Las fórmulas típicamente tienen como fuente de azúcar la lactosa y como proteína, una modificada que facilita la digestión por el bebé. Estas fórmulas tiene alrededor de 80% de caseína (“casein proteína”) y 20% de proteína del suero (“whey protein”), contrario a la composición de la leche materna que contiene un 30% de caseína y un 70% de proteína del suero.

 

Y como si fueran pocos los peligros del mercadeo de leches, alimentar con leche materna ajena que no ha sido pasteurizada es un riesgo igual al de dar leche de vaca no pasteurizada o fórmulas para bebés de leche de vaca no pasteurizada.  Además, leche materna que se pone a la venta en medios como el Internet, presentan riesgos -para los niños alérgicos- de contaminación con leche de vaca, como ya se ha descrito[4].

 

Hay fórmulas modificadas parcial o extensamente que parten la proteína en tamaños más pequeños para mejorar su digestión por niños que sugieren ser alérgicos a la proteína de la leche de vaca.  También hay fórmulas que no contienen lactosa (sin lactosa) o que tienen cantidades disminuidas de lactosa (fórmulas “Confort”).  La fuente de carbohidratos o azúcares es la glucosa en forma de sirope de maíz.

 

Las grasas de las fórmulas también varían pero la relación entres triglicéridos de cadena media (MCT) y de cadena larga es lo importante para cada situación particular.  En la mayoría de las leches, el contenido de grasas como MCT es de aproximadamente un 33%.  A todas estas leches se les han ido agregando componentes adicionales: ácidos grasos omega-3 (DHA y ARA), lactoferrina, prebióticos, probióticos y glóbulos grasos de membrana.

 

Las fórmulas orgánicas, más costosas, si no reúnen esta composición mínima no cumplen con los requerimiento nutricionales del bebé en crecimiento, si las cumplen y son pasteurizadas pueden darse a los bebés.  Las fórmulas de soya de rutina, no son recomendables para bebés prematuros. Los bebé prematuros requieren fórmulas con mayor contenido de proteínas, sodio, potasio, fósforo y calcio y con un mayor valor calórico.

 

La leche entera no es la leche para alimentar al niño menor de 1 año de edad porque su digestión es incompleta y su riesgo de producir deficiencias nutricionales es mayor, aparte que ofrece mayor trabajo a los riñones que pueden no cumplirlo.

 

Fórmulas bajas en grasa (1%) o con “cero grasa” tampoco son recomendables que se inicien antes de cumplir los 2 años de edad, y preferiblemente después de los 3 años de edad.

 

Como he señalado antes, las guía de introducción de alimentos complementarios o sólidos a los bebés en el 1er. año de vida recomiendan la introducción temprana de alimentos alergenosy de alimentos fortificados con hierro y con zinc.  El rápido crecimiento ponderal y lineal del bebé en los primeros 6-8 meses de vida sugiere que la introducción de estos alimentos complementarios se favorezca alrededor de los 4-6 meses de edad. En otros artículos sobre Alimentación y sobre Leches puede complementar información sobre estos aspectos.  7/5/2019

 

 

[1]Gossner CM, et al: Environ Health Perspect 2009;117:1803-1808

[2]Fuchs GJ: Imported infant formula not reviewed by FDA may pose health risks.  AAP News & Journals. May 11, 2018

[3]Korioth T: Health Alerts: Baby formula, infant carriers, and more recalled.  AAP News. October 18, 2016

[4]Keim SA, Kulkarni MM, McNamara K, et al: Cow’s Milk Contamination of Human Milk Purchased via the Internet. Pediatrics 2015; 135/Issue 5

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