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“Pero doctor, la niña está en una escuela sin alergia”, para que yo me diera cuenta que allí tenía menos  riesgos de enfermarse nuevamente.

 

Se me ocurrieron varias cosas, primero aclarar qué es una “escuela sin alergias”, segundo, recordar dónde vivimos, tercero, qué ocurre al sistema inmunológico con la enfermedad.

 

Una “escuela sin alergia” es una escuela donde está prohibido distribuir, vender y llevar alimentos o snacks que contienen maní.  Es una recomendación debida a la alta mortalidad de la alergia al maní en niños alérgicos al maní que de forma inadvertida se les expone a esta semilla.  La “escuela sin alergia” también exige que el niño alérgico al maní tenga siempre a disposición para su uso de urgencia una ampolla de epinefrina (EpiPen pediátrico), que se inyecta en la cara anterior del muslo, ante alguna manifestación de alergia (hinchazón y prurito, tos o dificultad para respirar, ronquera).  Lo ideal es que la escuela tenga la ampolla identificada y bien conservada, y que el niño no viaje sin ella.  En algunas escuelas, esta prohibición del maní se extiende a todo lo que sea relacionado: nueces, almendras, pepitas de marañón, pistachos. Los padres deben procurar que el niño alérgico tenga siempre una pulsera que señala su alergia.

 

Ahora, vivimos en el trópico y en plena meridiano ecuatorial, donde la humedad y la población de agentes infecciosos respiratorios es obvia.  De hecho, esto es lo que me hizo exclamar “no existen escuelas sin alergias en un ambiente plagado de alergenos”.  Las alergias ambientales son más difíciles de controlar en las escuelas y el esfuerzo se debe estimular pero no se puede esperar que la escuela esté totalmente libre de alergenos.  Sin embargo, la escuela puede buscar ayuda para exterminar panales de abejas y cuevas de hormigas, para disminuir la exposición al polvo, al cemento en polvo, a los olores penetrantes de detergentes fuertes, los muebles forrados en tela sin coberturas plásticas, las cortinas de tela, y mejorar la limpieza de los aparatos de aire acondicionados y sus filtros como evitar la presencia de animales que dejan caer su pelo de forma continua.

 

Y, lo tercero, durante una infección respiratoria viral o bacteriana el sistema inmunológico humano arranca a trabajar y, eventualmente, se diezma.  Exponer al niño que estuvo enfermo solo hace un par de días a ambientes polutos o hacinados, particularmente cuando aún cursa en escuelas cuyos grados no son los que facilitarán u obstaculizarán su matrícula en Harvard, no es necesario ni aconsejable.  Todo niño que ha tenido una enfermedad respiratoria que le incapacitó debe regresar a la escuela no antes de 48 horas de sentirse bien.

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