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A mí me enseñaron a celebrar un cumpleaños el 25 de diciembre de cada año y a abrir yo los regalos junto a mis hermanos, aunque no fuera mi cumpleaños, porque era un momento tan celebrado que, el cumpleañero, el niño Jesús mandaba un emisario desde el Polo Norte, bien lejos y bien frío, a repartirlos a los niños del mundo. No recuerdo y no me interesa saber cuándo la serpiente me abrió los ojos para ver otra historia, pero hasta eso fue divertido, y no cohibí a mis hijos de tener las mismas expectativas, sorpresas y alegrías.

 

Dicho esto, yo celebro un nacimiento en diciembre y aunque mi fiesta traiga felicidad y alegría a algunos niños, no a todos.  Pero por eso, no dejo de celebrar aquel nacimiento y no dejo de decir “Feliz Natividad de Jesús”.  Para mí no son simples “felices fiestas”.  Sin embargo, a quienes me desean “felices fiestas”, les doy las gracias por su gentileza, por su tolerancia, por su amabilidad.

 

Pero Navidad trae otras cosas. Y hoy, como hago cada año, recuerdo una de ellas o dos.   Para los niños con alergias ambientales, asma bronquial particularmente, este tiempo de Navidad es terrible: tos con flema abundante y enfermiza, dificultad y agitación para respirar, casi ahogo, nebulizaciones con máscaras faciales, líquidos en las venas para rehidratar, extracciones de sangre de venas periféricas y hospitalizaciones.

 

El pino que adorna muchas casas, lugares y almacenes, es muy alergeno.  Su olor y su resina son a las vías respiratorias irritantes severos: inflamación aguda, producción de flemas abundantes, espasmo de los músculos que rodean las vías aéreas, asfixia.  Como si fuera poco, de sus ramas se desprenden filamentos que se pueden también aspirar y producen cuadros agudos de dificultad respiratoria seria con formación de tumoraciones que las encapsulan (granulomas) en la luz de las vías aéreas y donde, además de la obstrucción que se produce, se infectan.  El panorama no es agradable ni es ligero.

 

Si en su familia los niños, particularmente los niños son alérgicos: mocos en la nariz todo el día todos los días, tos recurrente y crónica, ataques de tos con dificultad para respirar como en el asma bronquial, evite tener un pino real de adorno de Navidad en su casa. Si ya tiene uno y ya empezaron los niños a toser como si fueran fumadores, regálelo o bótelo.  Se gastó ya un dinero, pero seguirá gastando dinero todo el tiempo que queda del mes de diciembre y en enero, en doctores, medicinas y hospitales.

 

Para el otro año, compre un árbol de Navidad artificial y si lo guarda, que sea al vació para que no se le llene de polvo, moho y hongos durante el año que lo tiene guardado. Si esto ocurre, la enfermedad de las vías aéreas de sus niños asmáticos o atópicos no se evitará con el reemplazo del pino natural.  12/12/2019

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