- Jun 8, 2018
- Pedro Vargas
- Adicciones, Adolescentes, Alcoholismo, Enfermedades Psiquiátricas, Epidemias, Salud Pública, Suicidio
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“Desafiando los esfuerzos para la prevención, la incidencia de suicidios aumenta en la nación”, así lo titula The New York Times, hoy 7 de junio de 2017. Y ese aumento es global, pero no es uniforme.
Hay condiciones culturales que no pueden negarse y situaciones económicas que varían de región en región. En EU el aumento notado de 1999 a 2016 ha sido de 25%. La OMS dijo que en 2020 habrá un suicidio cada 20 segundos, cuando hacer 3 años, era uno cada 40 segundos. Cifras frías que solo se calculan calcando la situación actual a futuro. Por ello, no certeras.
Partamos del hecho que una persona sana mentalmente no se suicida. Y sigamos señalando con claridad, que no ser sano mentalmente no es inequívocamente una atribución voluntaria. La genéticade la depresión no se puede negar. Los factores precipitantesde un deterioro y el suicidio sí pueden modificarse. Educación y empatíason necesarios. Amabilidades la actitud que podemos cambiar en estos tiempos.
Es necesario volver sobre el consumo de sustancias. Ya sea que se iniciaron como automedicación o por presión de los amigos, su efecto transitorio de euforia se traduce en mayor depresión, desánimo, falta de entusiasmo, abandono, desinterés. Ellas, por sí solas, llevan a la depresión y un porcentaje de personas que se han quitado la vida, lo han hecho solo pocas horas después de haber estado consumiendo sustancias y alcohol.
Las muertes por suicidio son el resultado de varios factores, entre ellos, agudos problemas sentimentales, serios problemas económicos andando por algún tiempo, consumo de sustancias y alcohol, acceso a ambientes que facilitan quitarse la vida, sea un arma u otro medio, y la exposición repetida a la muerte, como son las noticias de otros suicidios y razón de la llamada «epidemia». Hablar de la depresión y el suicidio ayudan y previenen desenlaces fatales, publicitarlos no le hacen favor a nadie.
Hoy necesitamos -además de hablar sobre la depresión, de “romper el silencio”- acompañar a nuestros seres queridos –en la familia, en la escuela, en los círculos sociales- y ser amablesy no solo permitirles que hablen y escucharlos sin juzgar, sino también ofrecerlesy demostrarles amory esperanzaponiéndolos en contactocon quienes –profesionales de la medicina u organizaciones especializadas- pueden ayudar por su formación y experiencia.