Como ha sido señalado antes: “en términos de vidas y productividad perdidas, la adicción a drogas es una de las amenazas más serias a la salud pública”, en muchas naciones.  La adicción no es lo mismo que la dependencia física, donde el individuo se enferma físicamente cuando la administración de una droga cesa. La dependencia física no es ni necesaria ni suficiente para, por ella sola, producir adicción.

De forma escueta resumo mecanismo y estructuras cerebrales que participan del proceso de adicción por diferentes tipos de drogas, a pesar de que sean diversas las drogas y no tengan, siquiera, similitud química estructural.  A pesar de ello, producen síndromes de comportamiento similares.

Los “blancos” u objetivos -proteínas en el cerebro humano- de prácticamente todas las drogas ya se conocen.  La forma como median la adicción los varios circuitos cerebrales que contienen estos objetivos de las drogas también se conocen.  La estructura mejor atendida y entendida es el núcleo accumbens (situado en la región ventral del corpus striatum o cuerpo estriado) y su efecto dopaminérgico (relacionado con la dopamina, el químico neurotransmisor esencial) originado en el área del tegmento ventral del mesencéfalo.  Otras partes del cerebro interactúan con este circuito.  Entre ellas, la corteza del lóbulo prefrontal, la amígdala cerebral, el hipocampo y el hipotálamo.

Este circuito y estas estructuras constituyen una formación del cerebro humano muy antigua desde el punto de vista de la evolución, el circuito de la recompensa o del placer.  Llamado así porque existe para la conservación de la especie humana y de la vida humana.  Los elementos que son considerados esenciales para asegura la especie y la vida humanas, entran en este circuito dando señales de placer, de satisfacción y se memorizan.  Ellos son el sexo, para la conservación de la especie, y el alimento, para la conservación de la vida.  Basta decir que este circuito puede y es secuestrado por las drogas psicoactivas, alucinógenas, como el alcohol, la marihuana, la cocaína, la heroína, el opio.  Ese secuestro lleva a la presencia de aquel comportamiento que en idioma inglés se identifica con las 3 Cs, por su compulsión, la pérdida del control por su uso y el resultado de consecuencias serias, la adicción.

Inicialmente, los efectos de las drogas psicoactivas y el alcohol sobre el circuito de la compensación van disminuyendo el efecto sobre el circuito de aquellos estímulos naturales (el sexo y el alimento) y aparecen entonces la pobre motivación o desmotivación y cambios en el humor del individuo.  Ocurre, durante el momento del uso o consumo e inmediatamente ha cesado el uso de la droga, o durante los tiempos de abstinencia.   Algunos individuos “se vuelven locos” en la búsqueda de la droga, se tornan violentos, cometen delitos, se van de la casa, se quedan en la calle y terminan en la cárcel o en el cementerio.  Usar más droga parece ser el único camino y la memoria de los actos y lugares se toma también, de forma subrepticia, el instrumento para recaer.

El confinamiento, la recomendación del aislamiento físico y social y hasta la suspensión de clases, todas ellas efectivas medidas contra la aglomeración y la diseminación de la infección por el SARS-CoV-2, causante del Covid-19, son también un reto para la persona con trastorno de uso de alcohol, de marihuana y otras drogas psicoactivas.  Mantener el contacto con los grupos de ayuda como son los grupos anónimos, y con sus médicos adictólogos, psiquiatras y psicólogos debe facilitarse mediante videoconferencias, llamadas telefónicas frecuentes, compañía con los seres queridos en casa, que deben ser los mejores entrenados para conocer la enfermedad y los instrumentos para ayudarse mutuamente.