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Cultivar el coraje para hablar

Pedro Ernesto Vargas

15 nov 2024 – 12:00 AM

Hace algunas semanas escribí para los estudiantes de Medicina y para sus mentores, sobre el Coraje moral en la práctica de la Medicina. El coraje moral del estudiante y del médico, se desarrolla durante todas las etapas del entrenamiento en Medicina y en el contexto de valores enseñados con el ejemplo, en los hogares de cada uno. Ese coraje moral implica también el coraje para hablar.

No es infrecuente todavía, la aparición y presencia de algún médico en los programas de educación y formación del estudiante de Medicina, que tienen la urgente necesidad de demostrarse quién manda, quién es el que sabe, aunque poco sepa, quién es el que pone los horarios, fuera de los horarios de trabajo y las notas que complacen o castigan.

Me recuerda tanto esa personalidad enfermiza de un desafortunado hombre público con fronteras aislacionistas o convenidas, narcisista y mentiroso, que sobrevive a cualquiera que contra él atenta. En la escuela de Medicina es una forma de narcisismo dañino para el estudiante porque lo doblega y lo silencia mientras lo disminuye, como si fuera un insecto.

La mentoría en Medicina forma y enseña en ambas vías. El estudiante cursa por camas hospitalarias, salas de reuniones, pasillos atiborrados de cuestionamientos científicos y no pocas respuestas, que estimulan para seguir cuestionando, consultorios públicos y privados para conocer la diversidad y el comportamiento humanos, esculpidos por los cinceles de ambientes donde se vive y se muere, espacios donde se construyen los cimientos de la autonomía o se obstaculizan, donde la justicia pierde su balanza o la corrige, donde la libertad se persigue o se honra. Así aprende y así nos enseña a todos: mentores y compañeros.

No es infrecuente, en las rondas de discusión de pacientes y situaciones clínicas tropezarse con un médico que no da espacio a la opinión diferente, que no permite la pregunta que aclararía su opción, o que, de toda forma y volumen quiere e impone su punto de vista, con el silencio de otros funcionarios y residentes. Quizás por ello, no pocos residentes e internos se atreven a preguntar y, mucho menos, a contestar, incluso correctamente. El aborto de una discusión fructífera, por primitiva o básica que parezca y que no lo es, cumple con el estilo y el desdén del mentor hacia el resto del grupo, en un ambiente tóxico y colmado de temor.

Esta conducta dista muchísimo del carácter docente y ético que debe regir todo episodio de educación médica con estudiantes de medicina. El cúmulo de conocimientos y de experiencia no son los más preciados requisitos que se le deben exigir a un maestro. El abandono de las buenas maneras, de la prudencia, humildad y reconocimiento de otras contribuciones para enriquecer las discusiones sobre diagnósticos, manejos y tratamientos, perjudica enormemente al paciente, si el miedo a la jerarquía militariza la enseñanza médica: obediencia debida, silencio absoluto y deforma el aprendizaje en lugar de dar cabida amplia y transparente para que el grupo articule sus valores y preocupaciones en una discusión respetuosa y atenta siempre a escuchar.

La consecuencia inmediata de este comportamiento no ético del mentor es el silencio, “la asfixia de las voces morales de los alumnos”, que cercena toda discusión que perfecciona su aprendizaje y el bienestar y resultados en el paciente. Estos aspectos de la ética médica son una obligación esencial que debe impartirse en la escuela de Medicina. Cultivar el coraje para expresarse es un rol fundamental del docente en el desarrollo moral de médicos y estudiantes de medicina, como puntualiza la Dra. Divya Yerramilli, oncóloga de radioterapia paliativa en el Memorial Sloan Kettering Cancer Center, en Nueva York.

Es un ejercicio necesario preguntar a los estudiantes en las facultades de medicina del país, donde se enseña ética de la práctica médica, si sienten que ellos actúan basados en sus convicciones éticas o si, por el contrario, el autoritarismo jerárquico obstaculiza el desarrollo de ese coraje moral para cuestionar, investigar y hablar alto sobre aspectos éticos en los ambientes de su escolaridad médica. Ética se les enseña en los primeros años de la escuela de Medicina, lo tempranamente aprendido en los textos, le llega la hora de aplicarlo en la atención de los pacientes junto a sus mentores o maestros.

Es allí, en ese estadio de la educación médica, cuando el modelo profesional que el maestro luce, se convierte en parte del currículo escolar, el currículo oculto. En ese transcurrir, el estudiante confronta, de manera no anunciada, situaciones sensiblemente morales de parte de su modelo, que le dan forma a su comportamiento profesional, no pocas veces estropeado porque la actuación del mentor, no honra la lección primigenia. Algo así como el divorcio entre la escuela y la práctica. Es el momento para que la escuela de Medicina fortalezca su postura de exigir al maestro y autoridad de la educación clínica, un ambiente de estudio emocionalmente seguro y sólido, que no permita ni de paso a estas situaciones y “problemáticos hábitos morales” y, si ocurren, permita un diálogo o discusión moralmente honesta y franca, donde el estudiante pueda participar sin temores de repercusiones negativas.

Lo recuerda la Dra. Yerramilli: “Mientras el clima de enseñanza se mantenga rígido y el currículo de ética se mantenga separado del resto de la clínica, los estudiantes se seguirán sintiendo incómodos para involucrar la discusión de aspectos éticos durante su entrenamiento”. Entonces, no tiene por qué extrañar que, en la independencia de su práctica profesional, se desdeñe la observación de un comportamiento asertivo y correcto.

El estudiante de Medicina tiene educación sobre bioética y tiene opinión silenciada sobre situaciones difíciles en las decisiones médicas de otros profesionales, con más años de estudios y práctica. Sin embargo, él debe ser partícipe de estas discusiones con dificultades morales y éticas, primero, porque es parte de la educación que debemos impartirle, y, segundo, porque seguro que sus convicciones éticas están intactas.

El autor es médico

Publicado en el diario La Prensa, de Panamá, el viernes 15 de noviembre de 2024

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