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El paciente pediátrico es una persona con necesidades emocionales superiores a los del adulto, precisamente por la etapa de su desarrollo y crecimiento por la que transcurre, cuando confronta situaciones nuevas.  Igualmente, sus familias tienen necesidades particulares frente a la enfermedad de sus hijos y son bien reconocidas que la separación, la falta de información sobre la enfermedad y su evolución[1] son fuentes importantes de estrés y ansiedad para las familias.

 

En septiembre de 2016, el Comité de Enfermedades Infecciosas de la Academia Americana de Pediatría publicó su posición[2] con respecto a la presencia en salas de hospitalización, de los familiares de niños tratados por la enfermedad viral del Ebola, muy contagiosa y letal infección por un grupo de virus, Ebolavirus.  Para entonces, se consideró que (1) no existía un manejo único que fuera uniformemente considerado de absoluta seguridad para el personal de salud encargado del cuidado del paciente, y (2) en muchas ocasiones la presencia de alguno de los padres era en el mejor interés del niño por lo que debiera facilitarse estrechando las medidas para limitar los riesgos tanto para ese padre o madre, como para el personal de salud, y para los otros miembros de la comunidad.

 

He utilizado ese documento para revisar formas de manejar el cuidado del niño hospitalizado por Covid-19.  No nos proponemos negar el riesgo de contraer la infección y enfermar al contacto cercano con el enfermo, y mucho menos minimizarlo.  Nos referimos al importante riesgo emocional, evitable, que, por su reconocida vulnerabilidad, presenta el niño.  Probado está que las Unidades de Cuidados Intensivos Pediátricos que son centradas en el cuidado de la familia[3], demuestran más temprana y menos costosa recuperación de los pacientes.  Pero también recordamos que hay medidas de higiene que, observadas rigurosamente, como son el lavado de las manos, la protección con máscara facial, la utilización de batas y otros equipos de protección, el prohibir la intimidad de los besos y caricias, disminuyen significativamente la exposición al SARS-CoV-2 y la transmisión de la enfermedad por el enfermo.

 

Tampoco promuevo pasar por encima de normativas existentes con respecto al manejo en el hospital, de los enfermos con Covid-19, pero sí a hacer consideraciones que quizás no se han hecho, con respecto a un paciente distinto y con particulares necesidades, como lo es el niño enfermo. El aislamiento del paciente pediátrico infectado en el hospital, ya sea en una sala general o en una sala de cuidados intensivos, no debe significar su abandono al solo cuidado médico y de enfermería -ni siquiera en las salas de cuidados intensivos- cuidados vitales y necesarios para su recuperación, como lo es la compañía de sus padres; como tampoco debe ignorar la posibilidad de crear mayor ansiedad y estrés a la familia[4].

 

La consulta con el equipo pediátrico de cuidados intensivos, de enfermería intensivista, de enfermedades infecciosas o cualquier otra especialidad que cuida al niño no tiene por qué evitarse y se debe asegurar todo el tiempo que, (1) las facilidades hospitalarias permiten un aislamiento físico apropiado del niño enfermo; (2) excluir de ese acompañamiento familiar del niño a mujeres embarazadas, personas mayores de edad, otros niños; (3) probar la capacidad de los padres o quien acompañaría al niño de seguir instrucciones, en particular sobre el uso de ropas y equipos de protección.

 

Algunas de las consideraciones particulares que se deben divulgar al personal de salud hospitalario como a los padres de los pacientes pediátricos, las enunciamos a continuación, basados en las recomendaciones para aquella epidemia por el Ebolavirus:

 

 

  • Si el hospital de atención no tiene la capacidad para ofrecer una atención centrada en la familia, ésta no podrá ofrecerse
  • Todo familiar o persona que acompaña a un niño con la sospecha o con el diagnóstico de Covid-19, debe ser evaluado esté o no esté sintomático
  • Ninguna mujer embarazada debe estar a cargo del cuidado o acompañamiento de un niño con Covid-19
  • Toda persona que acompañaría al niño hospitalizado con sospecha o con el diagnóstico de sufrir Covid-19 tiene que vestirse apropiadamente con equipo personal de protección
  • Solamente una persona adulta y no más que una se le permitirá estar con el niño infectado
  • El grupo de salud que cuida al niño es el responsable de modificar cualquier decisión hecha con respecto al acompañamiento del niño enfermo y debe tener la posibilidad de consultar a otras instancias, por ejemplo, el Comité de Bioética del hospital o del Ministerio de Salud
  • Ante la imposibilidad del acompañamiento personal al lado de la cama del niño enfermo, se debe facilitar la comunicación del niño con sus padres, mediante tecnología como la de videoconferencia
  • La persona que acompañaría al niño durante la hospitalización debe probar capacidad y habilidad para usar el equipo personal de protección, como también debe aceptar seguir todas las regulaciones propias del manejo hospitalario para esta particular situación y cumplir con las restriccionespropias para la actual epidemia

 

 

 

 

[1] Hagstrom S: Family Stress in Pediatric Critical Care. J Pediatr Nursing Jan 2017 vol 32, P32-40

[2] Davies HK, Byington CL and Committee on Infectious Diseases. AAP. Pediatrics September 2016, 138(3) e20161891; DOI: https://doi.org/10.1542/peds.2016-1891

[3] Meert KL, Clark J & Eggly S Family-Centered Care in the Pediatric Intensive Care Unit. Pediatr Clin North Am 2013 Jun; 60(3): 761-772

[4] Richards CA, Starks H, O’Connor MR & Doorenbos AZ: Elements of Family-Centered Care in the Pediatric Intensive Care Unit: An Integrative Review. J Hosp Palliat Nurs. 2017 Ju; 19(3):238-246

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