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Una mentira repetida muchas veces suele llegar a creerse y hoy, las redes sociales son el vehículo perverso para diseminarlas. El intelecto es la única barrera contra esta detestable e inmoral conducta humana y las ciencias de las comunicaciones.

 

Y no se trata que me disgusten los individuos con quienes no coincido en la forma de pensar o no este de acuerdo. Esa disonancia cognitiva es necesaria, pero cuando el argumento es destructivo por falso, nocivo e irresponsable, tengo que responder con contundencia contra él. No hay tal cosa como realidades superiores y, mucho menos, realidades alternativas presentadas con tal frialdad, como si fueran verdades. No tengo ni que mencionar el más prominente de sus apóstoles.

 

¿Por qué, aún frente a toda la evidencia probada de la inexistencia de una relación del autismo con la vacunación contra el sarampión, o con vacunas que contenían mercurio no tóxico, o con la aplicación simultánea de varias vacunas en forma enlazada (tres, cuatro, cinco o seis vacunas agrupadas en una sola jeringa, por la industria que las manufactura y después de superadas pruebas de seguridad y eficacia), sigue la gente aludiendo a las mismas aseveraciones con una certeza sorprendente y temen vacunar a sus hijos?

 

Por una sola razón: se repite y repite sin cansancio la advertencia mentirosa mientras la verdad basada en evidencia por la ciencia presenta una que otra vez sus resultados. Así el escenario, la canalla no para de dar argumentos de una realidad alternativa, que es una falsedad con daño calculado. Vence la insistencia, la mentira repetida.

 

No solo personas comunes de la calle o agrupaciones de personas sin formación médica –ni académica ni científica- propagan estas falacias, sino “colegas”. Médicos con debida formación cuidadosa –a no ser que yo esté equivocado- acuerpan campañas contra las vacunas sin un ápice de análisis de la literatura científica, y con demostrada ignorancia de ella. Algo ocurre, o reconocen su incapacidad de escudriñar la información médica abundante y al alcance o se han declarado enemigos de la carrera que escogieron un día cuando todavía eran lampiños.

 

La batalla personal que muchos hacen contra la vacuna que protege contra el sarampión, potencialmente letal infección en todas las edades, tiene 2 personajes:

 

Andrew Wakefield, infame prófugo en los Estados Unidos por FALSIFICAR data de su laboratorio de investigación en Inglaterra, para favorecer los intereses profesionales y financieros de un abogado local.

 

Jenny McCarthy, activista ahora quien asumió su postura anti vacuna señalando que lo había vivido en carne propia con la aparición de síntomas del espectro autista en un hijo suyo, diagnóstico descartada más tarde y advertido a la comunidad y recordado a ella por las autoridades de la Academia Americana de Pediatría. Después de ser expuesta por la AAP, ha bajado su perfil anti vacuna.

 

Estudios en varias regiones del mundo no han podido proponer siquiera una relación entre autismo y vacunación ni vacunas. Solamente en 2 estudios, que incluyen 1,072,847 pacientes -en Finlandia uno y en Dinamarca el otro- no se encontró ninguna relación de la vacuna MMR (contra sarampión, paperas y rubeola) con la aparición de casos de autismo.

 

 

El timerosal ha sido el producto de mercurio que se utiliza en algunas vacunas como preservativo para proteger los viales y los productos de contaminación por hongos y por bacterias. Una medida que ofrece seguridad en el producto. Solo se utiliza en vacunas con virus muertos o inactivados porque el timerosal, si se usara con vacunas de virus vivos atenuados, inhibiría su carácter protector obstaculizando la producción de anticuerpos, después de la vacunación, por el individuo vacunado. Pero el mercurio del timerosal es un mercurio orgánico que se metaboliza en los humanos como etilmercurio. El etilmercurio es excretado en las heces muy rápidamente, por lo que no da la oportunidad de que se acumulen en el cuerpo humano. Por lo tanto el etilmercurio no es tóxico. El mercurio que sí es neurotóxico, tóxico a tejido neurológico, es el metilmercurio. Etilmercurio no es metilmercurio. Múltiples estudios ha demostrado hasta la saciedad que el timerosal no produce ninguna enfermedad el espectro autista.

 

El uso de varias vacunas en un mismo producto elaborado en la industria bajo estrictos controles se conoce como “vacunas enlazadas”. No hay un solo estudio que relacione manifestaciones del espectro autista con el uso aprobado de vacunas enlazadas.

 

La Medicina es una costosa inversión en tiempo y costo durante su entera formación, hoy día, extendida a subespecialidades bajo una concepción no pocas veces erradas de que el médico con más especialidad es superior (esa discusión la dejo para otro momento). El ejercicio de la Medicina una vez terminado el entrenamiento formal no debe ser el abandono de los hábitos de aprendizaje ni la rendición al menor esfuerzo.

 

Por esto es que para ser buen médico no basta querer “salvar a la humanidad de sus enfermedades” sino ser estudioso y humanista, honrado en la discusión de los problemas médicos y en la oferta de las soluciones para que cuando llegue la hora de escoger formas de manejo con el paciente, el respeto a la autonomía de éste esté garantizada al haberlo expuesto a una amplia información sin sesgos creados por malos hábitos profesionales y pobres decisiones que abren las puertas al error, al daño y al embuste o fraude.

 

 

 

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