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Las crecientes cifras de nacimiento de niños por operación cesárea preocupan a los profesionales de la Medicina, puntualmente a los obstetras y a los neonatólogos.

A los obstetras porque, entre otras cosas, las cesáreas son procedimientos quirúrgicos susceptibles de complicaciones inmediatas que no se verían en los partos naturales, por los altos costos económicos que implican, por los riesgos que las cicatrices quirúrgicas dejan en el útero, que pueden llevar a serias complicaciones como la ruptura uterina durante la labor de partos subsiguientes o el anclaje anormal de la placenta en el músculo uterino o miometrio con el consecuente riesgo de sangrado profuso en la 3ª etapa de la labor de parto, histerectomía como única medida terapéutica o, muerte de la mujer que acaba de ver a su hijo nacer.

A los neonatólogos porque, cesáreas con indicación o sin indicación médica interrumpen muchas veces una gestación aún inmadura o cerca de la madurez, y, como resultado se logra el advenimiento de niños prematuros con sus riesgos de morbilidad aguda y crónica y muerte, no importa qué cerca sus edades gestacionales estén de la madurez tardía (gestación de 39 a 40-6/7 semanas).

Las altas tasas de nacimientos por cesáreas obedecen a diversas razones, algunas justificadas desde el punto de vista obstétrico o neonatal, otras injustificadas por conveniencias oscuras u obvias.   Lo cierto es que no conocemos cómo se distribuyen en estos renglones pero las sospechas desagradables son más frecuentes cada día.

 

De hace algún tiempo para acá se viene reconociendo, entre las cesáreas sin indicación obstétrica, un grupo interesante aunque pequeño, la cesárea por solicitud u opción materna. Ésta se define como una cesárea primaria -de primera vez- a solicitud de la mujer embarazada sin ninguna indicación materna o fetal (Committee on Opinion.The American College of Obstetricinas and Gynecologists.Committee on Obstetric Practice.Number 559, April 2013). La incidencia precisa de esta situación no se conoce sencillamente porque hasta ahora no había sido reconocida regularmente como una condición clínica y, por tanto, no se reporta como tal. Entre ellas se cuenta con aquellas por temor a la anestesia, por haber experimentado o conocer sobre secuelas traumáticas ginecológicas o urológicas, otras por razones cosméticas, e incluso, otras por desconocimiento de sus costos.

La ausencia de estudios diseñados con el propósito de delinear esta modalidad hace imposible que podamos contestar hoy, algunas de las preguntas más apremiantes, como son las de beneficios y riesgos. Se requiere un serio compromiso de respetar la autonomía de la mujer embarazada, de priorizar la seguridad del producto del embarazo y, de practicar una medicina basada en la evidencia sin menoscabar la atención humanista y científica, que los pacientes esperan y confían de sus médicos.

Como lo recomienda el Colegio Americano de Obstetras y Ginecólogos, en la ausencia de indicaciones maternas y fetales para una cesárea, planear por un parto vaginal es seguro y apropiado y debe recomendarse.

En la situación que se planifica para una cesárea a solicitud de la mujer embarazada, deben observarse 3 condiciones, como bien lo señala el documento del Comité de Opinión del Colegio Americano de Obstetras y Ginecólogos:

  1. Cesáreas por solicitud materna no deben realizarse en gestantes que no hayan cumplido 39 semanas de embarazo
  2. Cesáreas por solicitud materna no deben ser motivadas por la no disponibilidad de un manejo del dolor eficaz
  3. Cesáreas por solicitud materna no se recomiendan para mujeres que planean varios embarazos, dados los riesgos de placenta previa, placenta acreta e histerectomía que aumentan con cada cesárea repetida.

Yo agregaría uno cuarto,

 

  • 4.  la obtención de un consentimiento informado, no para librar de responsabilidades a los galenos, sino para garantizar la discusión amplia de este tópico con el paciente y la pareja.

Este condicionamiento que puede ser objetado por no pocos, incluso utilizado para arengas políticas o sexistas, obedece a la falta de mejores estudios y más resultados, sin duda alguna, pero también a una restricción de la discusión amplia y objetiva con los pacientes y el franco entendimiento de que la autonomía de los pacientes, como la autonomía de los profesionales de la medicina, deben sustentarse en la educación del conocimiento científico.