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El olfato no perdona malos olores y persigue los buenos.  Las madres hacen de los olores lo que los semáforos de los colores: interpretan señales.

 

Así, por ejemplo, los olores de las axilas como los de la vulva implican que el “desarrollo” ya está en casa.  Los malos olores de la boca llevan al dentista y los de los pies alejan.

 

El mal olor de las axilas, con su despectivo nombre de “grajo”, suele interpretarse como que ya el varón se empieza a desarrollar y que la niña no es muy aseada.  Cierto es que esos olores se asocian con la adolescencia y el adulto más que con edades menores, pero incluso ya los sentimos entre escolares que no alcanzan la adolescencia. Hasta hoy, se considera el producto de bacterias –diferoides- que infestan las glándulas secretoras o apocrinas y produce substancias que emiten los malos olores.   La descomposición bacteriana de la androsterona a nivel de las axilas es otra razón que explica el mal olor.

 

El mal olor vaginal se da por las secreciones vaginales de las niñas adolescentes o en la pubertad y resulta de montones de substancias que vienen de tan lejos como los fluidos endometriales –dentro del útero- como de no tan lejos como las mismas paredes de la flora vaginal.  No indican necesariamente una infección vaginal pero el olor a pescado podrido sí es propio de una vaginosis bacteriana  con producción de trimetilamina.

 

El mal olor de los pies suele notarse cuando se quita el calzado, impregna las medias e invade la atmósfera placentera de la habitación.  Alguna infección por hongos como también la bromohidrosis exocrina de las glándulas sudoríparas de los pies, que sudan mucho, suelen ser frecuentes causas de esta condición socialmente inapropiada.  Es mucho más frecuente en los climas húmedos y con el uso de calzado cerrado.  Otra vez, organismos microbianos juegan un papel en la generación de los malos olores.

 

Y, finalmente pero no menos importante, el mal olor de la boca, que también tiene relación con la invasión bacteriana de estructuras respiratorias y, menos frecuentemente en los niños, de origen en el tracto gastrointestinal.  No es por mal aseo bucal en la mayoría de las veces, a no ser que realmente se sea desaseado bucalmente.  No es por infestación por Helicobacter pylori aunque se encuentre esta bacteria en pruebas de laboratorio.  En los niños suele ser por infecciones de los senos paranasales, de amígdalas y faringe, de las encías o por caries dentales.  Y, son más frecuentes en los niños con alergias respiratorias que perennemente tienen producción y acumulación de flemas respiratorias.

 

Como es fácil resumir, la mayoría de los malos olores que he mencionado, en los niños, tienen un componente de infección bacteriana y suelen resolverse con el uso juicioso y específico de antibacterianos.   14/12/2018

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